Por Alejandro Alemán

El

cine nos ha enseñado mil y un formas en las que dos personas pueden

conocerse, enamorarse, casarse y vivir felices para siempre; Blue Valentine hace justo lo contrario, intenta diseccionar al amor para preguntarse: ¿por qué las parejas se separan?

Derek

Cianfrance, director y guionista de la cinta, comienza su relato (que

se antoja más como una autopsia) mostrando los últimos momentos de Cindy

y Dean (Michelle Williams y Ryan Goslin) matrimonio que, cual canción

de Joy Division, está ahogado en la rutina y carece de ambiciones.

Ella

es una frustrada doctora vuelta enfermera, él es un pintor de casas que

ni la escuela terminó ("decidí que la escuela no es lo mío"). Ambos atienden a su hija Frankie (la impresionante y tierna Faith Wladyka), a

quien cuidan y tratan cual padres ejemplares.

A

pesar de tener lo que podría calificarse como "una vida feliz", el

rostro de ambos es de hastío y aburrimiento, ¿cómo es que ambos llegaron

hasta aquí? La respuesta viene a partir de flashbacks que narran la

historia de amor que los unió, un lugar donde sus miradas aún tenían

luz, donde los abrazos y besos aún significaban algo y donde el sexo aún

era placentero; confrontándolos con el terror que ahora viven, una

relación gris de sueños frustrados y rencores mutuos.

La

idea y la estructura, sin embargo, no son del todo originales; ya antes

François Ozon nos había narrado el devenir de un matrimonio de la clase

alta francesa en la genial 5×2; película donde la historia de

desencanto se contaba justo al revés, iniciando con la separación y

terminando con el primer encuentro. La diferencia con Blue Valentine

la dan las actuaciones; la transformación de esta pareja se ve y se

siente orgánica. Williams y Goslin cuidan los detalles, las miradas, los

silencios, de tal forma que nosotros, como público, nos conectamos con

ellos, recordando por instantes nuestras propias historias pasadas, en

un juego de introspección que rara vez sucede en el cine.

He

aquí una película que habla sobre el amor pero que no es romántica, que

hace las preguntas correctas pero que no pretende tener todas las

respuestas; una película que no tiene miedo en tomar un bisturí y

clavarlo en aquello a lo que la gente llamamos amor.