Hasta hace un par de años, decías Transformers y lo primero que venía a tu mente eran autos y robots. Hoy dices este título y lo que imaginas es el cuerpo de Megan Fox abriendo el cofre de un coche. Esta escena marcó un momento fílmico, no sólo por la sensualidad de la actriz, sino porque la convirtió en el símbolo sexual de la generación.

Pero ya hablando del film, las mentes creativas de Michael Bay (director) y Steven Spielberg (productor) lanzaron un ataque de efectos especiales nunca antes vistos. El resultado fue un festín visual (no sólo por la srta. Fox), pero que dejó mucho que desear por una historia plana.

En esta secuela, los guionistas y el equipo de producción se enfocaron en una historia más “sólida” y “convincente”. Después de la mítica y destructiva batalla entre los Autobots y Decepticons, Sam descubre algo acerca de los orígenes de los Transformers y de su pasado en la Tierra, después de que se entera que aún hay un pedazo de All Spark en este planeta.

Los malvados Decepticons cazarán al buen Sam para obtener esta información. Esta aventura los llevará por muchos sitios de la Tierra, teniendo a Egipto y las pirámides como algo esencial en la historia de la humanidad. Puedo seguir dando más puntos de la trama, pero las verdaderas palabras que importan son: Megan Fox en ropa entallada.