El dictador latinoamericano Santos Banderas vive solitario y amargado, rodeado de intrigantes y aduladores. Las fuerzas rebeldes están cada vez mejor organizadas, y el hecho de que el tirano haya procedido contra el hijo de un infeliz indígena termina por desatar la ira del pueblo, que convierte en símbolo los restos del chico, devorados por los cerdos y metidos en un humilde saco. Dos años después de ser nominado a los premios Goya, Javier Gurruchaga repite en la categoría de mejor interpretación de reparto.