Por Oswaldo Betancourt Lozano

Max (Luis Arrieta) quiere cortar con Mónica (Cassandra Ciangherotti) porque es muy odiosita, pero cuando lo intenta ella se ponen mal y nunca logra dejarla. Sus amigos le dan algunos consejos pero nada sirve, hasta que un día le recomiendan una agencia especializada en separar parejas, pero sus métodos complican todo en lugar de solucionarlo.

Si ves el avance de Tiempos Felices, con eso tienes. Lo que prometía ser una gran comedia con una idea original y atractiva, no logró su cometidoprincipalmente por dejar relegado el humor en algún punto sin motivo aparente.

La historia se desarrolla en una época ambigua, pasada, en la que hay billetes con la cara de Lázaro Cárdenas y teléfonos de disco, es una onda retro muy colorida. El diseño de producción es impecable y los escenarios están sumamente cuidados; guardando mucho las distancias, se podría decir que se acerca un poco a la estética de Wes Anderson, la trama incluso se asemeja a lo que hace, sin llegar a ese nivel.

El error no está en las actuaciones. El personaje de Ciangherotti es el más fuerte y divertido; Arrieta no está mal pero le faltó un poco de encanto a su mandilón sumiso; hasta los personajes secundarios están bien en general.

El problema está en en el guión, que pierde intensidad y tiene un par de cosas inverosímiles dentro de su universo.Parte de la culpa también cae en la dirección de Luis Javier M. Henaine, nieto de Capulina, quien no logra mantener la intención a lo largo de toda la película.

Carajo, la película termina siendo frustrante porque tenía bastante potencial.