¿Le gustaría pasar dos horas deleitándose con bellas imágenes de adolescentes deseosos de amor y de esculturales jóvenes con torso desnudo? ¡Entonces apresúrese porque esta película es para usted!
Un año después que Twilight incendiara los cines con su cuento del amor adolescente prohibido entre humanos y vampiros llega ahora a la pantalla el segundo capítulo de la saga arlequín de la escritora Stephenie Meyer para despertar las emociones de ilusión de preadolescentes cautivadas (y de sus madres y de las madres de sus madres) en todos los puntos cardinales del planeta. Habiendo ya vendido a sala completa las primeras dos mil presentaciones varios días antes del estreno, The Twilight Saga: New Moon podría considerarse la película intocable por la crítica de la década.
Desde la perspectiva cinematográfica New Moon sube un escalón completo en comparación con su predecesora, que mostraba con mucha frecuencia una apariencia descuidada propia de una película amateur. En las manos más seguras del director Chris Weitz (The Golden Compass, About a Boy), que tomo las riendas de la directora anterior de Twilight Catherine Hardwicke, la película puede por lo menos jactarse del brillo y resplandor de una verdadera película hollywoodense y no una masacre que debiera salir directamente en DVD. Efectos visuales mejorados, trabajo de cámara superior, diseño de producción de mejor calidad y un elenco ya experimentado son elementos que juntos permitieron una amplia mejora de los valores de producción de New Moon.
La película tambalea sin embargo debido a la trama poco sólida y un ritmo algo lento. El material original de Meyer viene con un mandato claro: la heroína adolescente Bella Swan (Kristen Stewart), esté separada de su amor, Edward Cullen (Robert Pattinson) desde el inicio dejando la mayor parte de la narrativa dedicada a Bella lidiando con la ausencia de su bárbaro James Dean. Renuentes a desaprovechar al mayor activo relegándolo a una insignificante aparición cameo, los productores de esta adaptación decidieron acrecentar la presencia de Pattinson — y la película sufre por ello. Edward sigue presente en todo el prolongado primer acto de New Moon moviéndose en cámara lenta pronunciando líneas como Bella, con solo tu respiración me das todo hasta que la abandona y se marcha a Italia para atender asuntos oficiales de vampiros.
La acción incitante — la partida de Edward — viene seguida por una marcada falta de acción, específicamente con respecto a los inútiles esfuerzos de Jacob Black (Taylor Lautner), un musculoso joven que se transforma en hombre lobo que pudiera ser el candidato ideal para sacar a Bella de su tristeza. Los dos amigos se unen en un doloroso y prolongado coqueteo: ella se deslumbra admirando su pecho, mira en la profundo de su Mirada y le dice que es hermoso pero cuando él decide acercarse ella no se lo permite explicándole que ella sigue enteramente dedicada a Edward, que se le aparece continuamente como una torpe aparición que hace recordar Obi-Wan Kenobi. Finalmente el pobre Jacob queda sin nada a excepción de una sensación de deseo incumplido.
New Moon es sobre el anhelo: Bella que anhela Edward; Jacob que anhela Bella. La película nos engaña un poco al hablar de una inminente guerra entre vampiros y hombres lobo pero sólo es bulla. La verdadera acción la han reservado para las próximas dos películas de Twilight - Eclipse y Breaking Dawn - que según la tendencia que se viene mostrando seguramente se estirarán para hacer seis películas a prueba de critica. Hasta entonces tendremos que subsistir a base de la escasa mezcla de melodrama adolescente inconsecuente - rociado liberalmente con tomas de hombres jóvenes de cuerpos esculturales sin camisa.