por Juan Carlos Villanueva

Cuando Francis Ford Coppola realizó Apocalypse Now en 1979, el hombre cruzó la delgada línea que divide a la cordula de la demencia, y se adentró en un pantanoso estado mental inmerso en la locura por la guerra, las drogas y la desesperanza. Incluso el hombre tuvo que visitar algunos terapeutas para encontrar la sanidad. Coppola ha creado magistrales obras como la saga de El padrino (The Godfather, 1972-1974-1990) o Drácula de Bram Stoker (Bram Stoker’s Dracula, 1992), pero su más reciente creación Tetro revela a un autor que busca, en el cine independiente, nuevas respuestas e identidad cinematográfica. Este viernes se estrena Tetro, una cinta que narra la historia de Angelo Tetrocini (Vincent Gallo) un escritor frustrado que busca refugio en la ciudad de Buenos Aires donde encuentra a su pareja (Maribel Verdú), quien lo ha descubierto en un hospital psiquiátrico como expatriado haciéndose llamar Tetro. Pero pronto toda estabilidad se quebranta cuando su hermano Benjamin “Bennie” Tetrocini (Alden Ehrenreich), a quien no ve desde hace 10 años, aparece para revivirle sus fantasmas familiares del pasado, donde la culpa y el arrepentimiento de Tetro lo llevarán al borde del colapso. Tetro se filmó en Buenos Aires, la Patagonia y España, con fotografía blanco y negro con paréntesis en color remite a La ley de la calle (Rumble Fish, 1983). Tetro es una obra compleja y de envergadura, es el triple salto mortal sin red que Coppola se ha permitido dar con tal de encontrar un nuevo camino cinematográfico. Tetro tiene poesía, hay un momento en el que Bennie camina frente a un muro donde se lee en español: “No sueltes la soga…que te ata a tu alma”, frase que resume el temperamento de la cinta. La mayor debilidad de la película recae en uno de los vicios del cine actual: no meter la tijera cuando conviene y hacer películas alargadas. Tetro no es uno de los mejores filmes del autor, sin embargo, tiene muchos elementos narrativos y visuales como para no pasar desapercibido.