Por Oswaldo Betancourt

Con Terremoto: La Falla de San Andréstu butaca se va a sacudir por una de estas dos razones: o porque te levantas para salirte de la sala, o porque te estás riendo de la película (que no es una comedia).

Ray Gaines (Dwayne Johnson)es el piloto de un helicóptero de búsqueda y rescate, quien irá salvar a su ex esposa e hija luego de quela falla de San Andrés se active y sacuda California con uno de los mayores terremotos de la historia, sólopara después inundar este estado con un tsunami.

En este tipo de cine los personajes suelen ser héroes de la vida real que apenas salen librados de la catástrofe, aunque al final les queda ese sabor de inferioridad ante la fuerza de la naturaleza. El problema aquí es que Ray no es un hombre común, sino un veterano de guerra más que listo para afrontar este desastre (de película) y nunca se somete por completo a esta esquema.

Definitivamente es de lo peor que ha hecho “La Roca” en los últimos años (está mejor hechecitaHada por accidente, 2010). El papel no le exige mucho y tampoco le ayuda la falta de química entre él yCarla Gugino, a pesar de que ya han trabajado juntos (La Montaña Embrujada, 2009). En cuestión de actuación lo mejor quizá sea Alexandra Daddario, pero tampoco es la gran cosa.

Clichés a raudales, entre ellos:

  1. Uno de los primeros personajes en morir es extranjero (el Dr. Kim Park).
  2. Nadie peló al científico que sabía lo que iba a pasar hasta que es demasiado tarde (y cuando es momento de que alguien le de una explicación a la nación, casualmente hay una periodista a la mano).
  3. El nuevo galán de la ex esposa del protagonista resulta ser un patán y recibe su merecido.
  4. Los personajes siempre encuentran afortunadamente justo lo que necesitan para sobrevivir.
  5. Hasta la música es chocante.
  6. Y antes de terminar, no podía faltar la bandera estadounidense ondeando acompañada de una frase alentadora.

Estamos hablando de una ficción y al final no debería importar si el argumento está apegado a la realidad, pero choca que su protagonista presuma un guion con rigor científico y después lo desmientan. Thomas Jordan, el profesor y director del Centro de Terremotos de California del Sur que los asesoró, declaró al diaro Los Angeles Time que tomaron unos de sus consejos pero otros no lo pelaron (y ni le pagaron).

Las risas involuntarias se deben al absurdo de ciertas situaciones, pero no logra convertirse en una de esa películas que son tan malas, que terminan por ser buenas, comoSharknado.

Es un churro que bien puedes saltarte, es digno de los maratones de cine que pasan los fines de semana en la televisión abierta, una de esas películas que ves porque no hay nada más que hacer.