Por Javier Pérez


Un osito de peluche que cobra vida no parece el mejor argumento para una película. Por lo menos no para una que no es para niños. Sin embargo, en Ted tenemos a uno de los personajes más atractivos de la comedia fílmica contemporánea: precisamente el osito que le da título a la película. Este personaje CGI, cuya voz es interpretada por el director y guionista Seth McFarlane (el de Family Guy), es jocosamente irreverente, fanfarrón y superpacheco. Lleva 27 años conviviendo con John Bennett (Mark Wahlberg), desde que éste tenía ocho y, siendo el chamaco más impopular del barrio, pide el deseo de que ese oso que le obsequian en Navidad cobre vida y se convierta en su mejor amigo de toda la vida. Así sucede y aunque Ted se vuelve una celebridad, pronto pasa de moda y ambos siguen su vida en los suburbios compartiendo casa. Incluso en los cuatro años que John, quien trabaja en una agencia de renta de autos, lleva viviendo con la bella Lori (Mila Kunis). Hasta que una fiesta privada de Ted se sale de control.

Sin perder la irreverencia, Ted transita por las convenciones de las cintas sobre chica deja chico por culpa del amigo irresponsable. Pero lo hace aprovechando los recursos de la comedia de situación (esa fiesta con Sam “Flash Gordon” Jones parodiándose a sí mismo o el inesperado diálogo entre el oso y la cantante menos esperada para esa charla), de la cinta de aventuras, del narrador omnipresente (Patrick Stewart dándose vuelo) y la comedia romántica con inteligencia y humor.