Por Carlos Arias

La costumbre de Hollywood de realizar “remakes” de películas exitosas de todo el mundo recae esta vez sobre una cinta nacional, “Somos lo que hay” (2010), de Jorge Michel Grau. La versión estadounidense se llama “We are what we are” (2013), una traducción casi literal del título. Del mismo modo, la nueva versión “traduce” la historia originalmente ambientada en la Ciudad de México, para convertirla a un thriller de horror hollywoodense con todas las de la ley.

La película advierte que se trata de una “versión” del guión original de Jorge Michel Grau. El estilo elegido por el director Jim Mickle es el de “terror psicológico”. Una historia de horror “indie” que no incluye elementos sobrenaturales, que no abusa de la sangre y que en cambio apuesta a la creación de atmósferas opresivas, con la atención puesta en los personajes y su psicología.

Una familia descendientes de pioneros conserva desde el año 1782 una tradición de horror y fanatismo, que los convierte en una suerte de vampiros y que cobra víctimas a lo largo de varias generaciones. Se trata de una versión con claras influencias de Stephen King, en elementos como el fanatismo religioso, los niños como herederos del horror de los padres, las viejas maldiciones familiares y el clásico pueblito de montañeses con psicópatas ocultos entre los buenos vecinos.

En la película mexicana la historia giraba en torno a la muerte del patriarca que manejaba la familia, con ritos de canibalismo en una ciudad apocalíptica, y mostraba cómo los hijos adolescentes debían disputarse entre sí el liderazgo familiar.

Esta vez la cinta cambia los edificios multifamiliares del original por una cabaña en las montañas de Estados Unidos. Quien muere al principio de la película es la madre, tras lo cual las dos hijas de la familia, Rose e Iris (Julia Garner y Ambyr Childers) deberán enfrentarse a la disyuntiva de continuar con los ritos familiares o tratar de liberarse de ellos junto a su hermano pequeño Rory (Jack Gore), enfrentándose a un padre tiránico y fanático, Frank Parker (Bill Sage).

La película no se instala en la corriente principal del género horror, sino en un cruce con el cine de asesinos seriales, incluyendo algunos personajes clave de este subgénero, como el investigador médico, el sótano que oculta chicas secuestradas, el policía de pueblo… y hasta corderitos.

La cinta mexicana era muy CCC (por el Centro de Capacitación Cinematográfica), con tomas y encuadres rebuscados y un lenguaje urbano, pero con personajes muy poco desarrollados en términos dramáticos. En este caso, al cinta asume su estilo “indie”, en el sentido de que adopta el lenguaje normalizado de thriller clásico, pero realizado con un sello personal y una fuerte dosis de efectividad terrorífica.