Por Miguel Rivera

Este es apenas el primer largometraje de la directora Larysa Kondracki.

Graciasal cielo es danesa y lo que pudo haber acabado en un thriller hollywoodensetermina siendo una pequeña pieza de honestidad, emoción y, antes (y después)de cualquier otra cosa, realidad. El universo en esta película es frío, sombríocon toques metálicos. Algo así como uno se imagina a Bosnia cuando alguien,normalmente, en un idéntico tono frío y sombrío, se refiere a ese país dividido.

Kathryn Bolkovac (Rachel Weisz) es una cuidadora de la paz para la ONU,carrera en la que termina viendo más guerras que cualquiersoldado. Weisz, una actriz de carácter,no nos dejaperderla de vista en este papel, dondeel 80% de la película descansa en su habilidadhistriónica.Con ese sedoso pelo negro y aquellos ojos azules e inocentes nos deja claro que ella está lista para interpretar papeles densos –como enEl Jardinero Fiel– hasta otros como este.

Tras una rápida mirada a la post bélica Bosnia, se vislumbra una red decorrupción entre empresas y pacifistas norteamericanos cuya última consecuenciaes el tráfico sexual de menores. Una realidad que hemos visto en varias cintas, sí, pero tal vez nunca tan vívidamente, fuera de un documental. ¿El malo? Sí, loshombres de Europa del Este, gordos, calvos y aprovechados. Pero el malo, malo:el mismo velo de supuesta ignorancia que tanto la ONU como los gobiernos de lospaíses más poderosos del mundo usan para, a falta de un mejor término, hacersede la vista gorda.

Curiosamente esta salvaje burocracia se encarna en Monica Bellucci como LauraLeviani, unas canas de más, pero la misma presencia poderosa de siempre.Posee la escena cuando entra y te deja extrañándola cuando se va. Es tan malaque es buena.

Muchas películas descansan en los laureles de “basado en una historia real” y terminan siendo menos que la historia que les precede. Secretos Peligrosos haceuna torre de aquellos laureles para alzarse alta y gritar: “esto está pasando, estono es una película, es una denuncia”.

Con Weisz y Bellucci claro, pero denuncia alfin.