Con una sonrisa en el rostro y siempre con una voz suave, la realizadora británica confesó que comenzó a crear cine desde los 14 años: “¿Que si era un hobby raro para una niña? Quizás, pero es que a mí me gusta mucho el cine. Recuerdo las películas que veía cuando era niña en las pantallas. Eran historias tan poderosas, que se quedaban en la mente y, sobre todo, que mostraban una visión del mundo que a mí me cautivaba”.

Aquellas películas se convertirían en su gran obsesión y fueron determinantes para dedicarse de lleno desde su adolescencia a contar historias en la pantalla grande, su mirada del mundo “Dejé la escuela a los 16 años, con la firme intención de ser directora. Me acerqué al cine con un equipo muy rudimentario, con poca escuela y la convicción de encontrar un nuevo lenguaje cinematográfico”.

Y es que para ella a la hora de narrar una historia no existen los puntos medios, el director determina el rumbo de una historia y a través de ella expone sus puntos de vista. “Por eso pienso que no hay historias imparciales. No hay historias puras. Todas tienen un mensaje detrás, todas tienen un mensaje político en su corazón”.

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La directora nacida en 1949 comenzó a hacer cine en la década de los setenta. Fue en los años ochenta, ya con la madurez artística plena, que lanzó su primer largometraje: The Gold Diggers (1983).
Considerada una directora con un estilo de corte experimental y una propuesta estética innovadora, su sello comenzó a atraer la atención de la crítica con películas cómo Orlando (1991) o la polémica Rage (2009), con la que dividió las opiniones, pero con la que inauguró un nuevo género cinematográfico: “cine desnudo”. También fue el primer filme distribuido por la red y celulares antes que en DVD. Filmó en digital con una pantalla verde como fondo y con actores de la talla de Judi Dench y Jude Law, realizando algunos monólogos en los que se va poco a poco aclarando una serie de crímenes en el mundo de la moda. “La idea fue tratar de ver qué tan lejos se podía contar una historia que sucediera totalmente fuera de la pantalla y trabajar sin sets, sólo color puro. Fue filmada frente en una pantalla verde, éramos yo, la actriz y una persona de sonido. Los actores nunca se conocieron, así que se trató realmente del amor a un monólogo“, concluyó.

La realizadora es una de las invitadas estelares del Festival Internacional de Cine de Morelia, donde ayer presentó por primera vez en México la película Ginger and Rosa (2012), cinta que dirigió y escribió.

Ginger and Rosa

Situada en el Londres de 1969, la cinta narra la historia de Ginger y Rosa, dos mejores amigas cuyos sueños de libertad se ven eclipsados por el ambiente de guerra que prevalece en Europa.
A la tensión bélica se agrega el hecho de que Rosa se enamora del padre de Ginger, un carismático hombre llamado Roland. La amistad entonces es puesta a prueba. Ginger se refugia en la escritura y el activismo.