Por Javier Pérez

Rápidos y enjundiosos… porque enjundia es lo que se necesita para que la serie, saga o como quiera decírsele haya alcanzado ya hasta la sexta parte (y todo indica que habráséptima), estirando al máximo todas y cada una de las argucias argumentales quehan caracterizado a los enjundiosos y fúricos conductores: siempre enfrentando a una banda criminal harto peligrosa y esquivando con habilidad a sus persecutores –sean maleantes asociados al crimen organizado o policías ganosos de alcanzar a sus automóviles modificados en una de las persecuciones callejeras (además de la clásica escena de arrancones)– que tanto se dan en la serie.

Porque para esosiempre han encontrado pretexto. Y la sexta parte de Rápidos y furiosos no es la excepción. Ahora llevan una vida apacible en las Islas Canarias, adonde ha nacido el hijo del ex policía Brian O’ Conner (Paul Walker) y Mia (Jordana Brewster), la hermana de Dominic Toretto (Vin Diesel), que vive con Elena (Elsa Pataky), la agente brasileña a la que conoció cuando ella ayudaba a Luke Hobbs (Dwayne Johnson) a perseguirlo por Río de Janeiro.

Precisamente es Hobbs quien busca a Dom para que lo ayude a perseguir a una banda de sofisticados criminales que, adivinaron, se mueve en carros. Su gancho para convencerlo es una foto de Letty (Michelle Rodriguez), la supuestamente fallecida novia de Dom. Y como todo criminal que se precie de serlo, el principio que rige a Dom es la protección de su familia (y obviamente Letty es parte de ella), por lo que convence a su equipo (Roman, Han, la bella Gisele y Tej) de organizar la caza en las calles de Londres. Su objetivo es Shaw (Luke Evans), un inteligentísimo ex agente especial que, ahora lo sabemos, está casi detrás de cualquier operación criminal en el mundo.

Desde la tercera película, aquella situada en Tokio que más bien era una variante, el taiwanés Justin Li se ha encargado de la dirección. Eso se nota en la fluidez de las persecuciones y en la habilidad para coreografiar esas escenas de acción con vertiginosidad y soltura, con los sólidos recursos técnicos que han hecho de esta serie una muy querida por sus fans.

Esta sexta entrega es, de hecho, para fans.Hay viejos personajes, un “resumen” de las viejas historias en los créditos iniciales y hasta la vuelta de Letty por inverosímil que parezca (con todo y su contexto). En Rápidos y furiosos 6, Chris Morgan y Gary Scott Thompson, los guionistas, no se dieron a la tarea de ser muy verosímiles que digamos. A ratos son tan absurdos que caen en lo paródico. Los diálogos, por ejemplo, son azotados y ridículos por sentenciosos. Y más cuando Vin Diesel, con la capacidad actoral que se le conoce, los dice (o Dwayne Johnson).

Aunque las escenas tienen su carga emotiva, eso no justifica losescasos toquecitos de “sangre” tras una batalla a puño limpio (chicas peleando en el metro) o cuando a una de ellas la atropellan y se levanta como si nada, o cuando Dom se avienta sin pensarlo para rescatar a Letty entre dos carreteras separadas por el vacío.

Es una película para verse en piloto automático. Nomás hay que dejarse llevar por la acción y no hacerse preguntas.