–Por Oswaldo Betancourt L. @rockswaldo

Ayoub, un chico tímido y de clase baja, está enamorado de la novia del “tipo rudo” del barrio y hará lo que sea necesario para impresionarla, incluso pasarse del otro lado de la ley.

La ópera prima de Sam de Jong está inspirada en gran parte en su vida, afortunadamente evita caer en una biopic y en lugar de eso se mantiene en el terreno de temas universales como la construcción de la identidad, la búsqueda del amor y la adaptación a un entorno cambiante. También es una cinta sobre el poder, el mendigo que quiere convertirse en príncipe.

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Hay una mezcla interesante de humor, drama y romance, cada uno ellos manejados en pequeñas dosis para no meterse de lleno en un género, porque esto habría significado limitarse, y esta combinación hace muy llevadera la película, además de que es muy breve.

Uno de los puntos más interesantes del guion es la metáfora de la tormenta, esa violencia que se anuncia pero nunca llega por completo, o mejor dicho, que no se desencadena, lo cual no debe entenderse como una promesa incumplida, la amenaza está presente y los personajes lo sabrán.

La cinta es visualmente pulcra, con una estética a veces demasiado pop que bien podría ser una obra del artista David LaChapelle. Mientras que la otra parte del cine, el sonido, cuenta con un soundtrack en el que predomina el hip-hop, donde lo más conocido sería “Trap Queen” de Fetty Wap, y lo demás son sorpresas como “El Chapo” del rapero francés Kaaris con Lacrim.