Por Carlos Arias

Con los años, los ancianos repiten sus viejos trucos. Y a veces les salen bien. Esto es lo que ocurre en Por los viejos tiempos (Stand up guys, 2013), la película-homenaje-a-sí-mismos, protagonizada por dos venerables veteranos de Hollywood, Chrispoher Walken y Al Pacino. Ambos ponen en escena sus mejores rutinas, sus pasos de baile y sus habilidades con las armas y con las señoritas.

La película tiene el sabor de lo ya conocido, aunque no por eso pierde efectividad. Despues de todo, esto es lo que queremos ver, a Pacino y a Walken haciendo lo mejor que saben: alimentar sus propias leyendas como héroes duros de buen corazón, capaces hasta de derramar algún lagrimón en honor a los tiempos pasados.

Esta misma historia la protagonizaron en los años 80 dos viejos como Burt Lancaster y Kirk Douglas (Dos tipos duros, 1986): Un par de ex gángsters de la vieja escuela vuelven a la acción cuando ya han cumplido más de 70 años, cuando al salir uno de ellos de la cárcel son perseguidos por una pandilla de mafiosos para un ajuste de cuentas.

Esta vez se trata del ex convicto Val (Pacino) que estuvo 28 años en la cárcel y sale para reencontrase con su viejo amigo Dog (Walken). Ambos fueron miembros de una banda en su juventud, aunque con un código de honor que en la actualidad parece inexistente entre los nuevos criminales.

Un tercer veterano de la banda que sale al ruedo es Hirsch (Alan Arkin), quien se encarga de conducir el Challenger SRT robado a una pandilla de psicópatas, para que los tres protagonicen una aventura nocturna con persecusiones, huidas y acelerones.

La película pone en juego todos los golpes bajos emotivos que se pueden dar en el transcurso de hora y media. Ahí está la nieta reencontrada de uno de ellos, o la chica abusada a la que ayudan a dar una buena lección a los que la violaron, muchas chicas sexys, una canción escrita por Bon Jovi y hasta una hilarante escena de Pacino con una erección que no puede bajar tras tomar sildenafil en exceso.

En suma, la cinta tiene tanto de acción crepuscular como de comedia de “buddies” y hasta calidez lacrimógena.

Los personajes replican varios de los tics y hasta alguna de las escenas que los han hecho célebres. Pacino no deja pasar la oportunidad de reeditar la escena del baile con una chica guapa que protagonizó en Perfume de mujer, y hasta de echarse una líneas con un popote por la nariz como en Scarface.

Walken, menos caricaturesco, hace lo que ya conoce bien, el papel secundario con los diálogos bien medidos para dar brillo a la estrella. Ellos lo saben y juegan bien sus cartas.