Nominado al Oscar este año, este documental es un tributo y un ensayo a la vez.

El proceso creativo de Pina Bausch llega a resultados nunca antes vistos en la danza, su fragilidad y su disciplina se reflejan en pantalla como un mundo de palabras que no se pronuncian. Silentes, los personajes son testimonio y parte activa de un homenaje a su maestra.

Por otro lado, Wim Wenders desarrolla un análisis sobre los alcances del cine, y los rompe. Con el uso del cine digital y su tercera dimensión, el director se atreve a cruzar las barrera del espacio que una proyección en 2D no alcanzaría a expresar.

Sensual y gráficamente impresionante, el escenario está entre nosotros (o viceversa), con bailarines y personajes que rodearon a Pina en sus más de 35 años de creatividad artística, hasta su muerte en 2009.