Crítica Chilango

Por Josue Corro

Hace un par de años, tres amigos (y un bebé) con amnesia y con un cruda medieval, no sólo se robaron la taquilla de aquel verano, también se convirtieron en nuevos íconos de la comedia hollywoodense.  ¿Qué pasó ayer?, es de esos casos extraños en que los rumores boca a boca colocan a un film en la élite del gusto del público y de la crítica. Es más... la cinta se llevó un Globo de Oro como Mejor Comedia.

No había que ser científicos para adivinar cuál era el siguiente paso: una secuela.

Y aquí radica el mayor error: The Hangover tuvo tanto éxito porque la premisa sólo podía utilizarse una vez sin ser repetitiva, sin transformarse en un deja vu de alcohol, despedidas de soltero y bromas bien fabricadas. Esta segunda parte es como ese trago que te noquea: sabes que en teoría era una buena idea tomarlo, pero al siguiente día te duele la cabeza...

Qué pasó ayer 2 es una calca de la original: Phil. Stu y Alan no recuerdan lo que hicieron la noche anterior y deben visitar los lugares más inesperados para recuperar a uno de sus amigos que se encuentra extraviado. En esta ocasión la historia se sitúa en Tailandia, donde Stu está a punto de celebrar su boda. Una par de noches antes de la ceremonia, los cuatro amigos -incluyendo a Doug, el Leif motif de la comedia de 2009- , junto con su joven cuñado deciden tomar sólo una cerveza y malvaviscos a la luz de una fogata.

Corte a: en un cuarto de hotel de dudosa calidad, Phil amanece con una resaca, Alan rapado y Stu con un tatuaje a-la-Mike Tyson... ah, claro y en esta ocasión a falta de un bebé, el trío decide adoptar a un simio y al mismísimo Mr. Chow (ajá, el mafioso asiático que los puso en jaque en  Las Vegas). Pero algo les hace falta...  el cuñado ha desaparecido. Entonces inicia una búsqueda frenética que incluye monjes budistas, strippers transexuales, gángsters rusos y persecuciones en auto.

El director Todd Phillips cumple su objetivo: entretener a un público que no le va a exigir más allá de escenas fálicas y el encanto infantil de Galafianakis, quien se roba la cinta con sus diálogos tan absurdos como oportunos. Sin embargo, se nota una dirección a medias, sin pasión... simplemente deja que las escenas fluyan y que el trabajo de edición someta la película a un ritmo preciso para que cada dos minutos exista un gag.

Es una lástima que el equipo detrás del film no haya encontrado algo original o refrescante, simplemente confiaron demasiado en la estructura de los personajes y el carisma de los actores principales. Esta franquicia pasó de ser una de las sorpresas más agradables y memorables de la comedia moderna, a simplemente un cinta para ver un domingo rodeado de cervezas. Sì, una experiencia muy divertida (dejo en claro que lo es), pero intrascendente.

Qué pasó ayer 2 demuestra que lo que pasa en Las Vegas, se debería quedar en Las Vegas.