Por Juan Carlos Villanueva

La historia de Operación Regalo (Arthur Christmas) posee dos virtudes que la hacen garantía: la primera consiste en que, detrás de esta cinta, se encuentra la firma, talento y creatividad de los estudios Aardman – los creadores del universo imaginativo de Wallace & Gromit, esos personajes de plastilina que ha creado la compañía inglesa; la segunda bondad es infalible –una historia ingeniosa de Navidad que muestra al regordete de traje rojo más real, sensible e inteligente. La directora Sarah Smith comprueba que los niños ya no necesitan relatos empalagosos y trillados, sino a través de cintas como ésta –siguiendo el ejemplo de la labor de Pixar en términos de contenido- se puede sensibilizar y hacerlos reflexionar con cintas entretenidas y ligeras.

Los estudios Aardman Animations debutaron en el 2000 con su primer largometraje Chicken Run: Pollitos en fuga, lo que les permitió en el 2005 darle a Wallace y Gromit su propia cinta Wallace y Gromit: La Maldición de las Verduras. Operación regalo es una de esas cintas que conmueven y entretienen. La película revela la fantástica respuesta que todos los niños se formulan: “¿Cómo le hace Santa Claus para repartir todos los regalos en una noche?”. Pero, ¿qué pasaría si en este reparto de regalos se pierde uno y un niño se quedará sin presente? Esa pesadilla de cualquier niño se vuelve una de las más divertidas y emocionante misiones en la que se centra el relato. En Arthur Christmas: Operación regalo, Santa Claus tiene dos hijos completamente dispares: uno es un tipo seguro y confiable en cuanto a soluciones corporativas, un empresario promesa, mientras que el otro (Arthur) es el chico aventurero y arriesgado con tal de que ni un solo niño se quede sin su presente.

La cinta en 3D se vuelve una experiencia visual que le da mayor intensidad y personalidad a las animaciones. Los personajes tienen alma –pongan mucha atención en el abuelo- además de un sentido del humor que nunca subestima la inteligencia de niños y adultos.