Por Alejandra Jarillo

Resulta interesante que la directora Lucía Carreras haya escogido un tema arriesgado para su ópera prima: el complejo de Electra. Sin embargo, la también guionista ha sido clara en afirmar que no le gustan los temas digeribles y que prefiere que sus historias polemicen.

Nos vemos papá, catalogada por la crítica internacional (pues ha rondado por varios festivales) como un complejo drama intimista, es fiel a esta descripción: desde las primeras escenas nos inmiscuimos en lo profundo de la vida de Pili (Cecilia Suárez), su casa, su rutina diaria y la devoción para cuidar a su padre enfermo, quien después de morir desata la locura pasiva y sensual de su hija.

Las escenas se concentran en los detalles de la casa que habitaban (los objetos como recuerdos) y en insolentes close ups a Pili que van delineando angustia, locura, tristeza y la belleza del personaje, muy bien interpretado por Suárez.

Aunque en la trama hay momentos inquietantes que atrapan la atención, el ritmo podría parecer lento para algunos. Hay de esas escenas en las que, aparentemente, no pasa nada, pero en realidad pasa todo. Lo cierto es que la propuesta de Carreras, quien ya había sorprendido con el guión de Año bisiesto (Rowe, 2010), se acerca a la factura de cine europeo, pero todavía no podríamos afirmar que con la misma genialidad.