Por Oswaldo Betancourt

No es fácil adaptar un videojuego a la pantalla grande, sobre todo si es uno de carreras, aun así Scott Waugh logró extraer la esencia de Need for speed (una estrella por arriesgarse y no hacer un bodrio).
Las carreras, pero quizá un poco más los mismos autos, son lo más atractivo de la película (otra estrella por eso); se recuperan las persecuciones policiacas, aunque no te emocionan del todo a lado de un guión que no termina por atraparte.
La historia es muy sencilla: Tobey Marshall (Aaron Paul hace una actuación decente y muestra una cara diferente a la de la serie que lo hizo famoso) tiene una vieja rivalidad con el patán de Dino Brewster (Dominic Cooper), sin embargo trabajan juntos en un negocio. Todo iba bien hasta que algo pasa (sin spoilers) y Tobey es encarcelado injustamente. Al salir, viola su libertad condicional para ir tras de Dino en una última carrera: la De Leon.
No podía faltar el personaje de la muchachona, en esta ocasión a cargo de Imogen Poots como Julia. Su papel consiste en ser el copiloto de Tobey y ayuda a levantar la película con su participación constante (no es una carga).
La comedia está a cargo de Kid Cudi (interpreta a Benny), aunque no llega a provocar todas las risas que se propone, es más interesante su participación desde las alturas (es piloto de aeronaves).
Una estrella más por las actuaciones y la producción.
Podemos considerar que la saga de Rápido y Furioso está de salida y Need for speed toma su lugar (sin que esto signifique que una reemplaza a la otra).
Como ya mencionamos, no hay mucha historia detrás del volante, es más una película para sentarte y dejarte llevar (a toda velocidad) sin mayor complicación, seguro los gamers y amantes de los arrancones la disfrutarán (sólo si no se ponen exigentes).
Para el resto puede pasar sin pena ni gloria, igual y para dominguear aplica.