Por Ira Franco

El director estadounidense luce una vez más en Cannes 2011, con una terceracinta dedicada a Europa; esta vez a la hermosa Ciudad Luz.

Nadie puede hacer una obra maestra cinematográfica por año, ni siquiera AllanStewart Konigsberg, mejor conocido como Woody Allen. En Cannes lo saben ypor mala que haya sido su película anterior, siempre están listos para abrirle laspuertas el año en que vuelve a dirigir una historia certera.

Sólo al favorito deCannes se le concede abrir la noche de estreno con una comedia romántica comoMidnight in Paris (2011), con dos actores correctos pero sin linaje que valga paralos franceses –Owen Wilson y Rachel McAdams– en los roles principales.

El festival de cine de autor más importante del mundo parece querer validar lagran aventura europea de Allen que comenzó con Match Point (2005) en Londresy continuó con Vicky Cristina Barcelona (2008) en aquella ciudad catalanade Gaudí. Luego de otras dos cintas que pasaron sin mucha gloria (Whateverworks, 2009 y You will meet a tall dark stranger, 2010), Woody Allen retoma unproyecto en y sobre Europa: la protagonista es París y todo lo que en ella ocurrasiempre será menos bello que la ciudad misma. Los mortales llenos de dudasque habitan la Ciudad Luz serán tragados por ella y devueltos una vez que hayanconfrontado sus más cándidas ilusiones.

Con un reparto espectacular que incluye a Michael Sheen, Adrien Brody, MarionCotillard, Kathy Bates y hasta a la primera dama Carla Bruni-Sarkozy, la cintacuenta la historia de una familia que realiza un viaje a la capital francesa y quepor influencia de la ciudad, nunca volverán a ser los mismos. De hecho, ésta es lacinta que Allen quería hacer cuando salió de Manhattan, pero era demasiado caray no encontró financiamiento en aquella época.

Ojalá que la renovada entrada deefectivo tenga relación con el cameo de Carla Bruni en la cinta, pues ciertamenteno se le escogió por su talento histriónico: durante la producción corrió el rumorde que, madame Bruni-Sarkozy, hizo que repitieran 20 veces una escena dondesólo tenía que entrar a una panadería, por mirar directamente a la cámara… 20veces.

Los seguidores de la carrera de Allen ya estamos acostumbrados a esperardos, (a veces cuatro) ciclos para disfrutar de nuevo una cinta donde ese humoralleniano cuaje realmente o en la que pueda dar una nueva vuelta de tuerca a susobsesiones –a saber: la existencia de dios, el castigo y la culpa–.

Por fortuna, laespera de este ciclo ha terminado.