Por Alejandra Jarillo

Estamos acostumbrados a que el cine francés nos ofrezca historias propositivas, diferentes y atrevidas; sean tramas dramáticas o cómicas –la comedia francesa es referencia desde que Molière la aprovechara para mofarse de la monarquía a través de situaciones chuscas.

Sin embargo, la comedia Me quiere, no me quiere no apela a ese característico fondo, es tan ligera que podría pasar por una chick flick hollywoodense que, en caso de que te guste ese tipo de cine, disfrutarás.

La anécdota inicial es entretenida: Machin (Clovis Cornillac) es un inventor que para crear necesita silencio total, si no, no logra concentrarse y se pone neurótico. Por eso, cuando el departamento contiguo se ocupa, se encarga de hacer todo tipo de ruidos extraños y de mover objetos (a partir de su ingenio de inventor) para que se piense que el lugar está embrujado y los inquilinos salgan volando. Así, hasta que llega Machine (Mélanie Bernier), una pianista que al tener una renta tan barata (por obvias razones) se aferra a quedarse, más, cuando descubre los artilugios de su vecino; e inician una guerra por el territorio del bello departamento parisino. Nunca se han visto, pero hablan a través de la pared y es así como del odio nace el amor.

Predecible y cursi, tiene a favor que los actores de soporte son muy simpáticos y, sin duda, que Mélanie es toda una belleza a la francesa.