Por Oswaldo Betancourt Lozano

Jim White (Kevin Costner), un maestro de futbol americano de secundaria, es despedido tras un incidente con uno de sus jugadores y consigue trabajo en McFarland, California, donde hay una comunidad mexicana agricultora bien establecida. Ahí cambiará de deporte y armará un equipo de Cross-Country con siete chicos. Nadie cree que ganarán pero ellos no van a rendirse tan fácil.

Costner y el resto del elenco logran mantenerte en tu asiento durante los 128 minutos de duración (menos créditos), porque logras identificarte con los personajes, especialmente los mexicanos, por obvias razones; el idioma, las costumbres, las fachadas, es Disney con sabor a México.

Es interesante que cada vez haya más películas dirigidas a este sector, y no me refiero a quienes estamos al sur de la frontera, sino a todos los paisanos que viven del otro lado (y al resto de la comunidad latina, a quien tal vez después les llegué su turno en el cine estadounidense). Este emporio es lo suficientemente inteligente para ofrecerle el entretenimiento indicado a ese mercado.

Hay un problema con McFarland, y se trata de la fórmula prefabricada del nuevo profesor que llega para ayudar a un grupo de jóvenes estudiantes, generalmente marginados de alguna manera. Ya sea Coach Carter (2005), con Samuel L. Jackson, Un Juego Contra el Destin (2006), protagonizada por Dwayne Johnson “La Roca, o Mentes Peligrosas (1995) si nos vamos más atrás.

Es el mismo modelo de películas inspiradas en historias reales, no está mal usarlo siempre y cuando tenga un distintivo, que en este caso es la ya mentada nacionalidad, pero ¿es motivo suficiente para ir al cine? En este caso Niki Caro, directora de Tierra Fría, tomó la batuta y sacó adelante esta lección cinematográfica de vida, no está mal y de paso muestran una realidad de los inmigrantes.