Morgana es una mujer transgénero mexicana que viaja a Tailandia para participar en un concurso de belleza en Bangkok, pero estando allá surge la oportunidad de someterse a una operación de cambio de sexo para así consumar su máximo sueño.

En gran medida el relato es como un cuento de hadas, tenemos como protagonista a una princesa que va al baile, pero no va por un príncipe, sino a tratar de encontrarse a ella misma. Morgana es un personaje encantador frente a la cámara, es simpática, alegre, llena de vida pero con una enorme frustración.

Flavio Florencio, el director, desempeña el papel de una especie de hada madrina pues al conocer a Morgana decidió acompañarla en su travesía para ayudarla. Y me refiero a él así porque, más allá de que su presencia se nota, se involucró en el caso y estuvo ahí cuando la adversidad abatió a Morgana; afortunadamente decidió hacer el viaje con cámara en mano para hacer su primer documental y dejar un testimonio.

No obstante, el final resulta en un desenlace que te regresa a la cruda realidad, Morgana logró cumplir su deseo más anhelado pero la magia del momento, la fantasía del cuento no puede ser permanente, termina porque aunque se realizaron los cambios fisiológicos que ella quería con todo su ser, al regresar a casa no puede hacer cambios de idiosincrasia en los demás para que la acepten.

La producción muestra la lucha de una persona transgénero que tuvo éxito, pero más allá de estar dirigida a un grupo, es para todos los que están en el proceso de autoafirmar su identidad.