Por: Hugo A. Juárez

Machete Kills no es una película para todos y, dentro de su contexto e intenciones, es brillante. Robert Rodríguez logra, tras una apariencia de “vamos a echar desmadre y gastémonos millones de dólares, ¿qué más da?”, hacer una crítica bastante pensada de ciertos temas de la realidad nacional y mundial en la secuela de las aventuras de uno de los héroes postmodernos del cine más importantes del momento.

Si viste la primera cinta de Machete, sabes qué esperar de ésta: diálogos con humor manchado y muy gringo, sangre,acción, color, mujeres rudas verdaderamente hermosas y sexys, sangre, chistes “de latinos”, situaciones absurdas, sangre, actuaciones especiales, crítica social plagada de sarcasmo y ¿mencioné sangre?. Machete Kills es una película para amantes de todo esto. Nadie más la disfrutará.

En ella, Machete sigue “portándose mal” al inicio pero, tras una batalla inicial y una muerte impactante, el mismísimo presidente de los Estados Unidos, interpretado sarcásticamente por Charlie Sheen (o “Carlos Estevez”) acude para salvarlo personalmente y pedirle que detenga a un lord del crimen mexicano que tiene apuntando un cohete nuclear a Washington D.C. desde el sur de la frontera. A cambio de su “Green Card”. Así, Machete debe viajar a su país de origen, pasando por el paraíso acapulqueño lleno de narcos, para lograr su cometido. Obviamente, las cosas se van complicando.

Machete Kills, además de toda su violencia, es una película de personajes que, en momentos, incluso difuminan la presencia del protagonista. El que más rivaliza con él es el mismísimo Demián Bichir que en su papel es convincente, divertido y desquiciado. También tenemos a Lady Gaga, con un pequeño rol hecho a su medida; a Sofía Vergara, hilarante como siempre; Amber Heard, que impacta con su sensualidad; Mel Gibson como nunca lo habías visto; y Antonio Banderas, Walton Googins, Cuba Gooding Jr. así como la belleza de Michelle Rodríguez (estancada, para variar, en el papel de “chica ruda”, pero con carisma), Vanessa Hudgens y Alexa Vega, sólo por mencionar algunas.

Si aprecias todo lo que Robert Rodriguez te está ofreciendo, no habrá un momento en que dejes de reír o asombrarte por tantas ridiculeces. Personalmente, salí con dolor de cachetes de tanta risa, algunas veces incómoda, por cierto.

En comparación con la primera parte, Machete Kills es menos espontánea, pero no por eso menos divertida: los diálogos están más pensados, el trasfondo es más profundo y los gags buscan repetir la fórmula ganadora, aunque no siempre lo logran. Sin embargo, Machete Kills no decepcionará a los que saben a lo que entran al cine a verla. Advertidos están los demás.