No nos vengas a decir que no le gritaste a la televisión cuando Joey eligió a Pacey sobre Dawson en Dawson’s Creek, que no sabes perfecto gracias a Rachel y Ross que “estar en un break” no es lo mismo que “cortar”, y que si cada que miras al cielo das por seguro que “no estamos solos” no se lo debes a Mulder y Scully, porque estarías mintiendo.

La realidad es que por décadas, los programas de televisión se han dedicado a dejar su huella indeleble sobre nosotros como pulgar el día después de las elecciones y si hablamos de los 90, es un hecho que muchos chilangos cargamos el timbre de voz de la nana Fine en el hipotálamo, tanto como la generación de nuestros padres lleva al Auto Increíble tatuado en el pecho.

¿Qué nos dicen, por ejemplo, del pequeño Kevin Arnold y su eterno amor incorruptible por Winnie Cooper? The Wonder Years nos recordaron que es perfectamente normal tener una voz adulta narrando cada segundo de nuestras vidas. La serie nos hacía sentir entendidos. Bulleados por el hermano mayor, enamorados de la chica del pelo hasta las rodillas, nuestro mejor amigo probablemente crecería para convertirse en Marilyn Manson… el show lo tenía todo para que alguien que en 1991 entraba a la pubertad, supiera que tenía una guía de vida que no lo decepcionaría.

Pero si de plano ya estábamos en la pubertad, para eso teníamos Boy Meets World.Cory Matthews y su mejor amigo Shawn Hunter (como el que todos en secreto queríamos hacer) nos llevaron de la mano por la adolescencia, todos los años preparatorianos y hasta entrar a la universidad –ellos, no nosotros. Nosotros seguíamos en secundaria, pero lo vivíamos a través de sus ojos- y durante todo ese tiempo aplaudimos la forma en la que Cory “se hacía el difícil” con Topanga. ¡Los hombres también podíamos, por qué no!

Mujeres, ni empiecen. Ustedes tenían Beverly Hills 90210. ¿Brandon, qué? En esa serie el girl power estaba abanderado por una muy… femme fatale Shannen Doherty, con el nombre de Brenda Walsh. Cierto, después la acabamos cambiando por Kellie y todos vitoreamos cuando finalmente ¡Donna Martin se graduó! Pero eran definitivamente las mujeres las que tomaban el volante del código postal.

¿Y si eras el nerd de la escuela? No hay problema, para eso tenías a ‘Screech’ como modelo a seguir. Gracias a Saved by the Bell, ser geek y tener un jewfro no sólo era “excéntrico cool”, pero también te llevaba a tener amigos como Mario Lopez. Y olvídense de ‘Annie Hall’, era cuando Zack Morris congelaba el tiempo para hablar directamente con la audiencia que nosotros sabíamos lo que “romper la cuarta pared” significaba. En esa época jamás nos imaginamos que Tiffani Amber-Thiessen, alias Kelly Kapowski, crecería para convertirse en una de las grandes MILFs de la televisión, y ahora White Collar lo pone en evidencia.

Los 90 tenían algo para todos. Si eras el hermano de en medio en una casa donde tu papá creía poder arreglarlo todo con su caja de herramientas, y tenías un vecino con el que de vez en cuando hablabas a través de una cerca, pero jamás le conociste la cara, para eso estaba Home Improvement; pero, si por otro lado, tus papás te mandaron a vivir de adolescente con tus tíos y no lograste del todo encajar en tu nueva familia (especialmente con tu primo, el de los chalecos tejidos), seguramente de Will Smith y su Fresh Prince of Bel-Airaprendiste que para rappear no se necesita vivir en el Bronx.

Ahora que si tu familia era grande, tenías dos series que seguramente describían parte de tu vida. Step by Step, como la nueva The Brady Bunchtrajo de regreso el “los tuyos-los míos-y los nuestros” al recordarnos que dos padres solteros, divorciados con una fila india de hijos por detrás, sólo puede llevar a un sólo resultado lógico: una secuencia de apertura en Six Flags. O Full House, mejor conocida como “aquella serie que por años nos hizo creer que Ashley y Mary Kate Olsen eran la misma persona”. La comedia de situaciones fue de las primeras en romper absolutamente el estereotipo de la “familia ideal” al presentar a tres solteros como padres de familia… de la misma familia. Y mujeres, no nos dejaran mentir cuando decimos que probablemente todas babeaban por tener un tío Jesse como John Stamos.

Aceptémoslo, los chavitos de las nuevas generaciones tienen a su Hannah Montana, a su iCarly o a su Victorious gracias a una, y una sola mujer: Melissa Joan Hart. Como Clarissa, la que lo explicaba todo, Melissa estrenó la moda de series Nickelodeon protagonizadas por una boba adolescente agraviada por el mundo adulto que la rodeaba (…y su hermanito), pero fue con Sabrina The Teenage Witchque Joan Hart estableció como dato neto que la televisión no necesita más que darle poderes mágicos a una adolescente cualquiera para tenernos prensados como garrapatas a un canal de cable. OK, ayudaba mucho que en esa época todos queríamos tener un gato que hablara…

Cuando llega el momento de pensar en la freudiana frase, “infancia es destino”, no cabe duda que si crecimos marcados por algo fue por estos personajes noventeros. Es momento de aceptarlo: mamá, papá, le debo todo lo que sé de cómo la vida sigue su curso a un niño con síndrome de down llamado ‘Corky’, si algún día me enfrento contra vampiros, sé cómo clavarles una estaca en el corazón no por Twilight sino por Buffy, y estoy consciente que si hoy en día las mujeres llevan leggings abajo de una falda es porque Angela Chase lo hizo primero en My So Called Life.