Por Javier Pérez

Esto de Los Indestructibles ya se convirtió en una franquicia que seguramente Sylvester Stallone está dispuesto a explotar mientras todavía le quede gas para seguir corriendo, cargando un arma y filmando escenas de acción entre las que caben escapes insólitos y combates mano a mano contra el villano en turno. Puro divertimento.

Además, es algo que Stallone ha explotado en los casi 40 años que han pasado desde Rocky (1976), la película que lo catapultó a la fama y que él mismo escribió: desde aquellos años exploró la idea del veterano a punto del retiro pero cuya tozudez le alcanza para rato. A Rocky Balboa, para cinco películas, y a Barney Ross, el personaje principal de Los indestructibles, para tres y ya hasta se anuncia una cuarta.

Lo novedoso en Los Indestructibles 3 –porque la película mantiene su gusto por la autoparodia ocasional y el humor en los diálogos– está en que Barney cree que necesita una renovación. La idea se le mete a la cabeza después de una desastrosa incursión en Somalia para capturar a un traficante de armas que resulta ser un ex indestructible al que creía muerto, Stonebanks (Mel Gibson en plan de maloso maldito), pero en la que por un pelo no salen muertos todos. Nada más queda gravemente herido el grandulón Caesar (el ex jugador de futbol americano Terry Crews).

Así que Barney decide despachar a su equipo de veteranos de su comando paramilitar (no sin ponerle una divertida dosis de melcocha) y reclutar a uno nuevo con puras jóvenes promesas. Christmas (Jason Statham), Doc (nada menos que Wesley Snipes), Gunner (Dolph Lundgren) y Toll (Randy Couture) se quedan sin chamba y su lugar lo ocupan Thorn (Glen Powell), Mars (Victor Ortiz), Luna (la sexi experta artermarcialista mixta de la UFC, Ronda Rousey) y Smilee (Kellan Lutz).

La película, dirigida por el novato Patrick Hughes, quien muestra algo de oficio para las escenas de acción, es una sucesión de escenas de combates. Desde la primera, que involucra un tren, una prisión de alta seguridad, un helicóptero y un rescate, todo está cargado de tensión, balazos a la menor provocación, explosiones y dos que tres machincuepas. Puro divertimento.

Pero el reparto incluye más novedades. A Galgo, un insufrible pero divertido español interpretado por Antonio Banderas en plan de héroe de acción, a los carcamanes Harrison Ford –supliendo el papel que cumplía el personaje de Bruce Willis– y Arnold Schwarzenegger –en su papel de Trench que ha repetido en las tres películas de la serie–, así como la aparición de Jet Li.

Los indestructibles 3 es una película que hay que ver como lo que es: puro divertimento. No hay ninguna vuelta de tuerca ni sorpresas en el horizonte. Una historia divertida, nada más. Entretenida. Quizá incluso emocionante. Y a pesar de lo inverosímil de algunas escenas, no por eso deja de ser disfrutable.

Si consideramos que el reparto principal (no contemos a los jóvenes) promedia poco más de 57 años, lo lógico sería pensar en alguna película pasmosa. Pero no. Los Indestructibles 3 aunque no es ultravertiginosa sí aprovecha las técnicas actuales de filmación del género en cuanto a movimientos de cámara se refiere. Y Stallone se da tiempo de manejar las arrugas de su rostro a su favor, hablar de nuevas tecnologías y reflexionar (a su modo) sobre la amistad.