¿Derroche de talento? Para nada. Más bien su gran reparto exuda carisma. Encabezado por Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo, Woody Harrelson y Morgan Freeman, Los ilusionistas es de esos pocos ejemplos en que el título dado por la distribuidora local es más preciso, más acertado, que el original. Poniendo el cerebro en neutral, es una película ideal para despejarse. Entretenida, con buenas dosis de suspenso, con una que otra escena de acción solvente. Y, sobre todo, algo de humor. Es, de cabo a rabo, eso que se da en llamar película palomera.

Las vueltas de tuerca son de cierto modo predecibles y, por si fuera poco, rayanas en lo inverosímil. Tiene su encanto, una buena manufactura, actores con harto carisma (perdonen que insista, pero hay que subrayar a Melanie Laurent, la Shosanna de Bastardos sin gloria, encabezando el derroche). Es el artilugio del cine contado a partir del artilugio de la magia. Porque se trata de eso, ilusionistas que resultan no otra cosa que meros titiriteros ocupados por una mente maestra que los controla y los encauza, potenciándolos. Un plan diseñado por un ilusionista que ilusiona a los mismos ilusionadores profesionales. Alguien a quien, como repiten una y otra vez, miran de tan cerca que les es imposible verlo.

Daniel Atlas (Eisenberg) es un mago venido a menos que consigue chicas y también algo de efectivo con espectáculos callejeros. Merritt McKinney (Harrelson) es un mentalista que chantajea gente en restoranes aprovechando sus habilidades. Henley Reeves (Isla Fisher) es una popular y exitosa escapista. Y Jack Wilder (Dave Franco), un mago que deja descubrir sus trucos para hurtar sin ser visto.

Todos reciben una tarjeta con la dirección y hora precisas para asistir a una reunión en la que no consiguen ver a nadie pero sí son cautivados por lo que ellos ven. Así, un año después, ya están dando un show en Las Vegas… y robando un banco en un acto de magia público.

Lo que sigue es la persecución por parte del agente Dylan Rhodes (Ruffalo), a quien ayuda la agente de Interpol llegada desde Francia, adonde ha ocurrido el atraco, Alma Dray (Laurent). Los yerros de los oficiales y las genialidades de los magos se contrastarán en una especie de duelo, al que se suma Thaddeus Bradley (Freeman), un mago frustrado que se dedica a desenmascarar los trucos de los ilusionistas.