Por Oswaldo Betancourt L. @rockswaldo

Un hombre de la tercera edad está a punto de perder su casa – una construcción humilde cerca de la playa – cuando un extranjero la reclama y el protagonista no puede demostrar que es el dueño al no contar con el título de propiedad. En este proceso, el personaje principal comienza a perder la razón y una versión más joven de él comienza a estar cada vez más presente.

La historia es interesante, pero el resultado puede no ser muy atractivo para la audiencia en general, y es que Nicolás Pereda definitivamente es un director de nicho. Al cineasta le llegó la propuesta de realizar este guion, al que le metió mano para adueñarse de él.

Pereda recurrió a tomas prolongadas donde predomina el silencio, por lo que en muchas ocasiones parece que no se dice nada, pero no es así, se trata de un cine pausado, contemplativo.

El elenco está formado por Guadalupe Cárdenas, quien no es un actor, y se nota, pero le da naturalidad a la cinta, mientras que Gabino Rodríguez – el actor fetiche del director (con quien trabajó previamente enVerano de Goliat, 2010;Los Mejores Temas,2012) – se encarga de hacer el papel juvenil, juntos hacen una dupla interesante.

Veredicto: Para cinéfilos con muuucha paciencia.