Por Jaime Azrad @_azrad

Empecemos con la advertencia que debería estar en el póster de Los 3 chiflados (por más obvia que sea): “Humor 100% gringo”. Sigamos después con un pequeño análisis sobre cuán difícil sus escritores quisieron hacerse el trabajo.

Una nueva generación se enfrenta a los tres chiflados, y es que la simpática historia sobre el acto teatral que se coló en el Hollywood de los años treinta con decenas de cortometrajes, llamado The three stooges o los tres chiflados, en que los hermanos Howard y su amigo Larry Fine se pegan, cachetean y patean sin sentido, nada tiene que ver con lo que vemos en pantalla.

Ahora la historia es otra. Los tres chiflados son idénticos a las cintas de los treinta, pero están muy ubicados en pleno siglo XXI. De bebés, los tres fueron abandonados en un orfanato de monjas y, después de haber sido criados allí, deben salvar al lugar de su clausura.

Las monjas son un toque bastante gracioso: una súper modelo (Kate Upton), una lesbiana (Jane Lynch) y un hombre (Larry David) se disfrazan de religiosas y dan los mayores motivos para reír de toda la película. La villana es Sofía Vergara, quien ofrece los 830 mil dólares que necesitan, a cambio de beneficios propios.

El caso es que los tres chiflados son divertidos en cortas versiones (puedes buscar sus cortos en youtube), pero hora y media de efectos de sonido caricaturescos en cada golpe estúpido que se dan cansa muy rápidamente. Sólo vela si crees aguantar, si no, ahórratela.