Emilia, un ama de casa agobiada por la medianía de su vida, por su marido fracasado, y por su maternidad agobiante y mal llevada, siente que se le derrama el vaso de la vida. El mismo día, el mismo maldito día que la abandona el amante distante, la tarjeta de crédito, con la que ha jugado al gato y al ratón por meses, la embarga. Ante su departamento vacío y desolado, la mujer decide tomar aquella decisión tan largamente acariciada, el suicidio. Curiosamente su muerte acerca al marido cornudo y al amante esquivo. La vida, qué duda cabe, es una paradoja constante.