Doris Dörrie se inspiró en Historia de Tokio (1953) de Yasujiro Ozu para hablar de Alemania, Japón y el teatro Butoh. En esta historia la realizadora contrapone el frio individualismo occidental a la visión oriental de continuidad de la vida. Rudi, esposo y padre de familia, sufre de cáncer pero desconoce su enfermedad. Su esposa, Trudi, una mujer llena de vida, muere repentinamente sin haber cumplido su sueño de conocer Japón. Rudi devastado por su irreparable pérdida viaja a Japón, donde llega en plena celebración del Hanami, la floración de los cerezos, símbolo de la belleza y de lo efímero.