Por Miguel Rivera

No sé si alguna vez leyeron el libro de And then, there were none

de Agatha Christie o si en su defecto jugaron Clue, pero ésta película

se basa exactamente en la misma fórmula, sólo que a diferencia de la

exquisita tensión que causa el libro, o las risas que causa el juego,

esta cinta está muy lejos de capturar tu interés por completo.

Toda

la historia se centra en la narración de una persona que explica cómo

su madre le contaba historias sobre el diablo y su existencia en la

tierra. Al mismo tiempo cinco personas, todas con pasados turbulentos,

entran a un elevador que se atasca a medio piso y la matanza comienza.

El punto es que cada vez que alguien muere no vemos qué pasa ya que se

va la luz y nos queda la duda de quién de los cinco es el asesino. Uno a

uno aparecen degollados, torcidos, etc.

El

efecto del intento claustrofóbico es nulo, nunca te

sientes atrapado como lo están ellos, pues hay escenas intercaladas fuera

del elevador donde conocemos al policía a cargo de éste asunto. Cada

uno de esos lapsos rompe con el ritmo de tensión y cuando regresas no hay

suficiente tiempo para volverte a conectar con los personajes ya sea

porque no hay un buen desarrollo de los mismos o porque, bueno… caen

rápidamente como pavos en Thanksgiving. Los diálogos son simplistas y

muchas veces burdos. Cuando un personaje habla no hay una fluidez

en la plática, sino que por lo contrario se vislumbra la intención del

escritor de mostrar algo a fuerza con las palabras cuando la regla

esencial debe ser siempre NO LO DIGAS SI PUEDES MOSTRARLO.

Detrás

de todo este relajo se encuentra M. Night Shyamalan, esta vez sólo es

productor y escritor de la idea original. Debo confesar que éste hombre

yo lo defendí por mucho tiempo, me gustó Sexto Sentido, como me gustaron

La Aldea y La Dama del Agua, porque había una iniciativa de autor,

una estética impresionante y un desarrollo de personajes totalmente

interesante y orgánico. Ahora, después de The Last Airbender y Devil, ya

no puedo decir más que el mejor momento de Shyamalan está en el pasado.

Lo

más molesto, y en realidad decepcionante, es que antes las historias de

Shyamalan se comprometían consigo mismas, pero en este largometraje,

además de los incontables clichés como el final reivindicador de un

hombre arrepentido, todo se aleja del corazón de la cinta. Puede haberte

gustado no una película reciente que se llama Buried, o Sepultado con

Ryan Reynolds, pero ahí el director Rodrigo Cortés se compromete con su

historia: dos horas en la vida de un hombre enterrado, eso es todo. Los

recursos tanto cinematográficos como narrativos llevaron a esta cinta a

ser algo diferente y la falta de esos mismos recursos encasillan a Devil

como una película aburrida y pretenciosa.