Louis Drax acaba de cumplir nueve años y lo celebra en una excursión con sus padres, enzarzados en una conflictiva separación. Es un niño peculiar: difícil, precoz y propenso a los accidentes. Durante el picnic familiar cae por un barranco a unas aguas turbulentas y le dan por muerto. Sin embargo, a las pocas horas de que certifiquen su defunción, recobras las constancias vitales y entra en coma profundo. Por si fuera poco, el padre desaparece durante el “suceso” y la madre, Natalie, único testigo, afirma que él ha empujado a la criatura por el precipicio.