Por: América Gutiérrez

Johann Friedrich Struensee es un héroe de monografía para los jóvenes daneses, conocido médico de origen alemán y mártir de la ilustración. Para acercarnos más a una descripción concreta del personaje que inspiró una cinta como “La reina infiel” podriamos hacer un simil de Struensee con la figura deBenjamín Franklin.

Producida por Lars von trier y bajo la dirección de Nikolaj Arcel, esta cinta nórdica aparece en la cartelera mexicana por su nominación al Oscar como mejor película extranjera, sin que esto le quite méritos artísticos o ideológicos.

El tema central del filme se aleja del burdo retrato del libertador que durmió con la reina como travesura erótica. “La reina infiel” establece en sus diálogos y situaciones el costo humano y moral para que una nación encuentre su camino hacia la modernidad.

La historia comienza desde el punto de vista de la Reina (Alicia Vikander), el relato comienza cuando nos resume el objetivo de su vida: Desde que nació fue preparada para llegar al trono de algún reino. Sin embargo, nada resulta como ella lo imaginaba. El Rey la rechaza por robarle su “luz” frente al pueblo y ella se condena a la soledad y la sombra. Más adelante nos topamos con el lunático Rey danés y sus excéntricos hábitos aristocráticos, un personaje complejo que responde a un patrón histórico verídico (que le valió el oso de plata en la Berlinale Mikkel Boe Folsgaard). El personaje de Johann Friedrich Struensee (Mads Mikkelsen) llega para convertirse no solo en el médico del rey, sino en tutor y confidente del desequilibrado monarca.

La relación más compleja de Struensee no es con la Reina, sino con el Rey; es justo la evolución de esta pareja lo que constituye la línea narrativa central de la película. El primer acercamiento de médico y la reina es provocado por el rey, que le ruega la cure del “aburrimiento y mal humor”. Así que el encuentro de los espíritus revolucionarios es bajo consigna y en consulta. Ahí la reina se topa con un volumen de Rousseau que se vuelve un detonante.

Struensee dormía con la reina, mientras lograba que un rey maniaco depresivo se alejara de la superstición y la autoridad religiosa, estableciera el estado de derecho y propiciará la supremacía de la razón.

“La reina infiel” es más que un drama de época, es un complejo retrato de la realeza danesa con una sugestiva propuesta narrativa que mantiene al espectador entre las reformas progresistas y los encuentros clandestinos de una monarca infeliz.

Aunque no estamos familiarizados con estos actores, los protagonistas logran actuaciones sobresalientes, cosa que contrasta en algunas secuencias donde aparecen los antagonistas (villanos unidimensionales que se caen de malos) con un tono por momentos exagerado, que alcanzan demasiada teatralidad. Las películas de época suelen tocar esa delgada línea de la sobreactuación sin que afecte el resultado final. Se nota el intenso trabajo de diseño de producción, pues en ningún escenario se ve “fake” o anacrónico. La fotografía es cumplidora y con los filtros adecuados para terminar de meterte a la ficción situada siglos atrás.

Si deciden ver “La reina infiel” habrá que tomar en cuenta que es una cinta de corte histórico más que pasional, un poco larga quizá. Asumido esto, será una gran experiencia.