Berenice, quien no esconde la cicatriz que marca su cara, vive con su madrina, la anciana prestamista Josefina. Todo aparenta tranquilidad, hasta que un día llega a su vida el hijo del médico de la anciana, llevándola a un juego pasional donde el que se enamora pierde. Berenice vive ajena a lo que los demás murmuren de ella y su conducta. Sólo el fuego purificador podrá darle su ansiada libertad, ante el mundo y ante ella misma. El filme obtuvo cuatro premios Ariel, incluyendo el otorgado a la mejor película.