Fue hasta 2008 cuando Tarantino volvió a retomar la idea de su Western en la Segunda Guerra Mundial.

En menos de cuatro meses, ya estaba terminado el guión final con Brad Pitt como estrella. «Siempre quisimos trabajar juntos, además. no había nadie que para mí, pudiera capturar toda la esencia de este personaje». Pitt interpreta al Teniente Aldo Raine, un militar sureño que tiene la encomienda de entrenar y liderar a los Bastardos Sin Gloria: un batallón formado por ocho soldados judio-americanos que tiene una sola misión: matar Nazis de la forma más cruel posible.

Los Bastardos no son los únicos que tratan de aniquilar al Reich, hay dos femme fatales que tienen sus propios planes para destrozar a Hitler: la diva del cine alemán Bridget Von Hammersmack (Diane Krueger), y la ya mencionada Shossana (Melanie Laurent). Sin embargo, hay algo que queda claro en la cinta: no hay personajes malos, ni tampoco héroes; simplemente hombres y mujeres que maquiavélicamente buscan redimirse y hallar la paz en medio de un paisaje desolado, donde la muerte acecha en forma de una suástica o de un bat de béisbol.

Aunque no hay villanos per se en el fllm, hay una persona que se acerca al arquetipo literario: el Coronel Hans Landa (interpretado por el futuro ganador al Oscar como Mejor Actor de Reparto, el austriaco Christoph Waltz), conocido como el “Cazador de Judíos”. Un hombre que se da el lujo de hacer una analogía de la diferencia minúscula entre las ratas y las ardillas, con la de los judíos y otras razas. Landa es sin duda es uno de los personajes mejor escritos por Tarantino: es sutilmente desalmado, posee clase, misterio y una inteligencia mesurada. Es como la mezcla entre las reacciones viscerales de Jules de Pulp Fiction y la elegancia violenta de Beatrix Kiddo de Kill Bill. Waltz debería de convertirse en la nueva musa de Tarantino.