El problema:
Unos lindos hermanitos son perseguidos a través de un bosque y varios pantanos por un reverendo caza-fortunas (reverendo de sacerdote, no de adjetivo). El desalmado cura ya había matadoa la mamacita de estos chicuelos, así que el trabajo será más sencillo. Ese sí es un verdadero "señor del costal".

La solución:
Los chamacos se esconden en casa de una señora… la cual, casualmente, lleva consigo una escopeta.

La lección:
No confíes en extraños (a menos que tengan unarma de fuego). Bueno no, mejor no confíes en nadie. Tampoco en los predicadores, monaguillos, sacerdotes etc. ¿Ya sabíamos, no?