Por Sandra Lucario

Cuando la vida te pone frente a dos caminos es bien difícil tomar una decisión. Por un lado está un futuro tranquilo, lleno de comprensión y atenciones; por el otro, todo lo contrario:el riesgo, el abismo –siempre– al dar el paso siguiente. O al menos eso parecería.

El director italinoGiuseppe Capotondi lleva a la pantalla grande el guión escrito porAlessandro Fabbri, Ludovica Rampoldi y Stefano Sardo, quienes dieron forma a una historia en la que nos muestran la fuerza de la culpa. ¿Y del amor?

En la cinta,Kseniya Rappoport da vida a Sonia, una chica que trabaja como mucama en un hotel, cuya vida parecería estar rodeada de tragedias; sin embargo, en una cita (de esas en las que tienes tres minutos para conocer a alguien) “se encuentra” conGuido (Filippo Timi), un ex policía que ahora trabaja como vigilante de una villa.

Guido invita a salir a Sonia yella acepta, para su primera cita él la lleva a su trabajo, donde le muestra el funcionamiento de las cámaras de seguridad y le hace una demostración de un dispositivo receptor de sonidos que él mismo desarrolló. Cuando él decide llevarla a un espacio solitario, una caravana de camiones entra a la casa y un grupo de hombres con pasamontañas empieza a robar todas las obras de arte que su dueño coleccionaba.

Guido había desconectado el sistema de alarmas para pasar un lado tranquilo junto a la chica que –veremos después– lo había vuelto sensible.

La pareja es llevada como rehén y cuando uno de los asaltantes trata de abusar de Sonia, Guido intenta defenderla; de pronto se escucha una detonación. A partir de entonces”La doble vida” juega con el tiempo, con la realidad y con la culpa.

La protagonista de “La doble vida” (Kseniya Rappoport)recibió el premio de Mejor Actriz durante la 66 edición del Festival Internacionalde Cine deVenecia y es que Sonia lo merecía, más al principio de la cinta que al final.

Y es que aunque la primera mitad de La Doble Realidad sabe jugar con el suspenso y con la historia de amor, los últimos minutos de la historia se vuelven previsibles y hacen que la cinta pierda mucho de loque había ganado. Aún a pesar de ello, lamoraleja de la culpa inconsciente se queda como tema de qué hablar al salir de la sala de cine.