Por Javier Pérez @JavPeMar

Desde su trabajo como asistente de director de Carlos Carrera (fue segundo asistente enLa mujer de Benjamíny primero enUn embrujo), el uruguayo Rodrigo Plá había realizado toda su filmografía en México, lo que incluía sus dos cortometrajes y sus premiadísimos largosLa zona(2007) yDesierto adentro(2008), además de uno de los segmentos del filme colectivoRevolución(2010). Pero no asíLa demora(México-Uruguay-Francia, 2012),su primer trabajo filmado en Uruguay.

Se trata de una película con un tema contundente: cómo enfrentar la vejez de los familiares desde una situación precaria y cuando aparentemente las cuestiones sociales no juegan mucho a favor. Y lo hace sin sentimentalismo ni regodeándose en la precariedad.

Su trabajo consiste en ser un observador, un testigo de una situación que plantea un dilema moral que apelaráal particular punto de vista de cada espectador. Y a las decisiones de los propios personajes. De hecho, la adaptación de Laura Santullo de su propio cuento evitó a toda costa subrayar los acentos emotivos. Pero eso mismo provee al filme de una crudeza contundente.

María (Roxana Blanco, brillante) vive con lo que le deja su trabajo como costurera a destajo en una casa minúscula en la que se las arregla para caber junto con sus tres chicos y su padre, un anciano al que la memoria lo va abandonando. Pero no es la memoria lo que en un momento lo abandona, sino su propia hija atizada por la desesperación.

Con una fotografía cuidadísima de MaríaSecco, que ya fue nominada al Ariel de este año, que contempla a los personajes y se concentra en detalles que dan un contexto de su fragilidad (las manos, los gestos, detalles de los rostros, profundidad de campo como en la escena del colectivo),La demoramantiene un ritmo sosegado y una sobriedad a lo largo de toda su narrativa.

La música, de Leonardo Heiblum y Jacobo Lieberman, jamás estorba ni enfatiza. Pero lo que sí cumple un papel fundamental es el sonido. El trabajo de Arturo Zárate, Sergio Díaz y Alejandro de Icaza es meticuloso y va sumiendo a los personajes en sus propios dilemas, en sus propias creencias, en aquello que quieren ver o creer (el viejo cree que algo ha sucedido mientras espera a la hija en un banco de un parque con el frío invernal azotándole).

A tal punto que el sonido metálico de un cartel giratorio se convierte casi en leitmotiv, que lo aparentemente incidental (la alarma de un auto que suena cuando María concluye tajantemente la plática con su hermana, por ejemplo) es una advertencia a lo que viene.

En ese sentido, el sonido del agua es muy importante en el desarrollo de la trama. Sea cuando llueve (el padre perdido y encontrado por un viejo conocido de la hija) o cuando, en la escena inicial, la regadera estáabierta y Agustín (excepcionalmente interpretado por Carlos Vallarino, quien no se dedicaba profesionalmente a la actuación) es bañado por la hija.

La demoraes una de esas películas que ofrece múltiples lecturas, pero que no tiene pretenciones decolocadas.