Por Jaime Azrad @azrad

Después del éxito literario de la trilogía Millennium del sueco Stieg Larsson, y de su, también sueca, adaptación a la pantalla grandeLos hombres que no amaban a las mujeres en 2009, Hollywood decidió producir su propia versión de la cinta policíaca.

La noticia pudo haber desembocado en un desastre, pues a pesar de que el cine estadounidense ha entregado buenas adaptaciones de cintas extranjeras, como El aro (2002) o Déjame entrar (2010), generalmente el resultado termina decepcionando a más de los que deja satisfechos, pero ésta no es la ocasión.

El primer acierto definitivamente se llama David Fincher (El club de la pelea, Red social), quien tomó las riendas de la dirección para lograr en su estilo un profundo relato sobre discriminación, abuso de poder e impunidad. Fincher reinterpretó la novela brindándole un toque universal que habla a todos los contextos, añadiéndole un ritmo que mantiene la atención del público comercial y de nicho a la vez.

La chica del dragón tatuado cuenta la historia de Mikael Blomkvist (Daniel Craig), un periodista acusado por difamación que es contratado por uno de los industriales más ricos de Suecia, Henrik Vanger (Chritopher Plummer), para investigar la desaparición de su sobrina. La investigación juntará a Mikael con Lisbeth Salander (Rooney Mara), una chica a cargo del estado sueco desde pequeña, que lucha contra los convencionalismos que la califican de incapaz y niegan su nivel de genialidad.

Más allá de lo bien estructurada que está la historia, las interpretaciones dejan un muy buen sabor de boca. De Rooney Mara (Red social, 2010) no habíamos visto mucho, quizás porque no había tenido la oportunidad, pero en esta cinta su transformación es digna de resaltarse.

Mara encarna a lo que muchos llamarían escoria social, pero su nivel de entrega y sensatez con su personaje le permiten demostrar, a través de éste, cómo es que a la estructura de la sociedades de occidente se le escapan pequeños detalles que pueden arruinar vidas completas, y Fincher, con una fotografía muy cuidada, acentúa la oscuridad de los inadaptados, que se desarrollan en una especie de subsuelo emocional, del que no pueden escapar.

Como la primera de tres entregas (de acuerdo con la colección original), La chica del dragón tatuado, aunque larga, es una historia que da voz a las minorías. Es emocional pero activa, profunda pero amena; y augura un muy buen camino para sus posibles sucesoras:La chica que soñaba con una cerilla y un galón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire.