Por Oswaldo Betancourt Lozano

Disney acude nuevamente a la nostalgia, a los recuerdos (más o menos nítidos) de la infancia, pero recubriéndolos con una presentación “novedosa”.La verdad es que, como se dice popularmente, es la misma gata pero revolcada (la historia, no Cenicienta, eh).

El estudio ya se enganchó con la fórmula dellive action,Maléficafue un éxito taquillero el año pasado y vienen en camino versiones en este formato de La Bella y La Bestiay Dumbo.¿Esto se debe a una falta de ideas?, ¿van a hacer lo mismo con todos sus clásivos animados? No lo podemos saber, pero en cada casohay ajustes que son material para desmenuzar.

Por ejemplo, el príncipe ya no está de adorno, sale un poco más. Se puede decir que es el primer gran papel de Richard Madden en el cine, quien se mantiene en el rol de la realeza luego de interpretar a Robb Stark en Game of Thrones. El actor británico nos brinda a un personaje más redondo, con cierto conflicto al estar enamorado de una mujer y estar obligado a buscar una princesa.

Cate Blanchett es una madrastra convincente, con presencia, aunque este crédito queda lejos de ser uno de los más memorables en su historial. Ni hablar de Helena Bonham-Carter, que se siente desaprovechada como la Hada Madrina, con apenas unos minutitos en pantalla, primero aparece como una anciana, el maquillaje es acartonado y no le permite hablar; quién sabe si fue mejor o peor que no cantara “Bididi Badidi Bu”.

Bueno, esto no termina sin peinar a la princesa. Como la historia se desarrolla en “la realidad”, la protagonista es guapa pero en términos terrenales (lo mismo pasó enAlicia en el país de las maravillas),Lily James es atractiva, mas no exuberante, por lo que encarna perfectamente a Cenicienta.

Kenneth Branagh, el director, hizo una película colorida que trató de ser menos conservadora en su trama, pero no deja de sentirse un poco cursi.