Por Jaime @_azrad

Algunos se rebelan en contra del sistema, otros son parte de él sin siquiera notarlo, pero pocos lo usan desde adentro para probar cuán desgastado está. Uno de ellos es Joss Whedon, director y escritor de Los vengadores (2012) y responsable de esta absolutamente impredecible película.

La cabaña del terror se presenta como una cinta más del género que por mucho tiempo nos ha tenido aburridos: el horror se ha abaratado con la producción en masa de cintas que sólo quieren asustar sin razón y no tienen ninguna historia detrás. Pero ésta no.

Joss Whedon construyó un guión junto con Drew Goddard, productor de Lost, para llevar a la pantalla grande una sátira completamente disfrazada de “una más del montón”, pero poco a poco se descubre como una inteligente y cuidadosamente construida trama de ese terror de calidad que el cinéfilo ha extrañado por mucho tiempo.

“Un grupo de amigos pasa el fin de semana en una cabaña en el bosque y cosas extrañas empiezan a pasar”, la premisa más frita y refrita que existe es la que construye los primeros minutos de la cinta, pero conforme la historia se desenvuelve descubrimos una serie de sucesos paralelos y directamente relacionados que cambian todo el sentido de las cosas.

Nota: Si quieres ver por ti mismo de qué hablamos, ve primero la película y después regresa a leer lo que sigue:

Ya que te aventaste a acabar de leer, hablemos de lo que pasa: la cabaña está controlada por un equipo de producción que vigila todo y se asegura de que sucedan las muertes de acuerdo a lo establecido en el plan. Los que ocupan la casa están condenados a un destino único y son sólo un medio para mantener calmada a una fuerza misteriosa, una especie de “dioses” y no despertar su furia.

El simbolismo que crean Whedon y Goddard -quien se estrena como director con esta cinta- es sorprendente. La cabaña y sus habitantes representan a la típica película que siempre sigue las fórmulas creadas décadas atrás (incluso cuando algunas son obsoletas) y se aseguran de cumplir cada uno de sus estándares para tener éxito en taquilla. Sin fondo, sin propósito que vaya más allá del monetario.

El equipo de producción es, pues claro, Hollywood o cualquier estudio que filma, edita y distribuye estas cintas por el mundo después de un sinfín de producciones similares en el pasado y con el plan de hacer muchas más en el futuro. Se defienden con el pretexto de que están obligados a hacer lo mismo una y otra vez porque así es como a los “dioses” les gusta.

Y la fuerza misteriosa o los “dioses” nos representan a nosotros, el público: un ente que sólo quiere estereotipos que encajen en los moldes para verlos morir uno por uno hasta salir de la sala sin siquiera recordar el nombre de la película.

Aquí nadie se salva. Whedon, guionista alabado por su trabajo en Buffy, la cazavampiros (1997-2003), desarrolla un mundo de críticas y propuestas que combinan muy bien con un sabor de boca reflexivo e hilarante. Su estrategia va más allá de la mercadológica y lo criticón de muchos cineastas, se mete al sistema para generar desde su núcleo las propuestas de rebeldía constructiva que el mundo del cine comercial, y el mundo en general, necesita con urgencia.

Sin duda, sus risas y sustos la hacen una de las mejores opciones en cartelera en mucho tiempo.