Por Oswaldo Betancourt Lozano

Brett Morgen no hizo un documental de Nirvana, consiguió las piezas de un rompecabezas para armar un retrato íntimo de Kurt Cobain que nos permite entenderlo como persona antes que como celebridad.

Por eso, aunque la música está presente – incluso hay arreglos a algunos de sus temas más conocidos, como “Smells like teen spirit” o la música de “All apologies” – no es lo más importante y queda en segundo plano.

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Aquí vemos a Kurt como niño desplazado por su familia, adolescente rebelde, joven clavado en su música, rockstar que no sabe lidiar con la fama, padre y esposo amoroso…aunque tal vez todo eso se podría resumir en que era una persona muy sensible.

Courtney Love y Frances Cobain le dieron acceso al director a todo lo que tenían de Kurt, contactos y material que abarca vídeos, dibujos, audios, textos, incluso su certificado de nacimiento.

A lo anterior se suman entrevistas con algunas de las personas más cercanas al músico, como sus papás, su madrastra, su hermana, una novia, su esposa y Krist Novoselic, el bajista de Nirvana. Sin embargo, se siente la ausencia de Dave Grohl, el baterista; esto provoca que los testimonios parezcan de alguna manera incompletos.

En algunas partes se utilizó animación, a veces para darle vida a los dibujos del guitarrista, otras para ilustrar momentos de su vida. El recurso está bien aprovechado – el estilo es afortunado – y resulta en una experiencia interesante que viste mejor al documental, audiovisual que ya es atractivo por su protagonista.

Cobain sigue muy presente en nuestros días, ni siquiera parece que hayan pasado dos décadas desde su muerte, lo raro aquí es que gran parte de los documentos son de su autoría y es como si un fantasma nos contará su vida.

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