Por Carlos Arias

Vuelve Rob Reiner, uno de los cineastas consentidos y favoritos de Hollywood, creador de algunos de los clásicos de los 80 y 90, entre ellos un par de historias de Stephen King como son Cuenta conmigo (86) o Misery (90), al lado del clásico Cuando Harry conoció Sally (89) que marcó para siempre el rumbo de la comedia romántica. Esta vez Reiner llega con Juntos… pero no tanto (And so it goes, 2014), una película que rinde homenaje a sus buenos tiempos, con dos actores veteranos que reaparecen en plan romántico: Michael Douglas y Diane Keaton.

Se trata de una comedia escrita por Mark Andrus, el mismo guionista de Mejor… Imposible (As good as it gets, 1997), y ambas películas son similares desde sus títulos, formados por un par de trabalenguas en inglés (As good as it gets / An so it goes).

El planteamiento de la trama es bastante parecido al de aquella película protagonizada por Jack Nicholson, quien aparecía como un maniático e insoportable escritor de novelas románticas que descubría su costado bueno y su gran corazón cuando ayudaba a una mesera en problemas, interpretada por Helen Hunt.

Esta vez también hay un viejo “malaonda”, ahora interpretado por Michael Douglas como Oren, un insoportable agente de bienes raíces de Connecticut. Un vejete viudo que parece disfrutar de maltratar a todos los que conoce, incluyendo vecinos o clientes. Su punto de quiebre será cuando un hijo suyo drogadicto, quien se encuentra convenientemente alejado de su mal humor permanente, le deja a su hija de diez años, Sarah (Sterling Jerins). Douglas, quien aspira a realizar su último gran negocio millonario que lo salve de la total decadencia en la que parece a punto de caer, se verá de pronto en el papel de abuelo y a cargo de una nieta que no sabía que existía, lo que pone en crisis toda su vida.

Lo que viene después ya lo sabemos. Lo vimos en miles de películas sobre el hombre maldito o desobligado que se encarga de un niño, se encariña y lo cuida, hasta que anticipamos que alguien llegará a reclamarlo.

Bueno, lo interesante es que mientras esperamos que esto ocurra, Douglas contará con la ayuda de su vecina Leah, una viuda sin hijos que también está en edad de acudir al seguro social, interpretada por Diane Keaton. Ambos hacen buena pareja, y Reiner jugará a fondo con el encuentro y las peleas entre ambos actores, de la manera en que hacía encontrarse una y otra vez en diversas circunstancias a Billy Crystal y a Meg Ryan en Harry y Sally.

Suena bien, ambos actores tiene las tablas necesarias para convertir las película en vehículo de lucimiento y pueden poner en práctica sus trucos, largamente aprendidos. Tal es el caso de Keaton, recordando sus viejos tiempos como comediante junto a Woody Allen. Sin embargo algo falla, Reiner parece haber dejado atrás sus mejores momentos o el desafío falla en cargar de interés a la historia. La comedia se centra en los consabidos chistes sobre las dificultades de los personajes (especialmente Douglas) para enfrentar el mundo moderno, mientras que la película, tras el planteamiento, no avanza en una dirección especifica. Con todo, hay momentos de humor y los nombres de los involucrados bien valen el boleto.