Por Iván Ramírez Villatoro

Cuando se piensa en una película de zombies ambientada en la Habana, Cuba, inmediatamente la referencia se vuelve cómica, pero interesante. Sobre todo cuando te das cuenta de que la película fue filmada en locaciones reales. Después te enteras de que la cinta tiene un toque crítico hacia el régimen castrista. Ahí el asunto se vuelve peligroso. El resultado es sorpresivo: una película cómica, pero profunda, que funciona a muchos niveles.

El “género” zombie goza de una solvente popularidad en los últimos años. En este tenor, existen buenos ejemplos de comicidad:Tierra de zombies(EUA 2009) e inclusoEl desesperar de los muertos(Reino Unido, 2004).Juan de los Muertos(Cuba-España, 2011) bien puede inscribirse en ésta lista. Se trata de una cinta bien lograda que dista mucho de una versión “tropicalizada” de un género que se ha explotado poco en América Latina.

Juan (Alexis Díaz) se considera a sí mismo un sobreviviente, que no anhela un paraíso fuera de Cuba; él es casi un retrato de felicidad aparente en una Cuba utópica. Sin ninguna preocupación, mata el tiempo pescando con Lázaro (Jorge Molina), su amigo de toda la vida.

Su mayor inquietud es su hija Camila (Andrea Duro), de quien se ha distanciado por su falta de compromiso paternal. Sin embargo, todo cambia debido a la aparición paulatina de una plaga de zombies. Claro, en Cuba no existen los zombies, se trata de “disidentes” pagados por el gobierno de Estados Unidos.

Como buen sobreviviente, a Juan se le ocurre montar su propio servicio de eliminación de “disidentes” para ganar dinero. Su lema: “Juan de los Muertos, matamos a sus seres queridos”.

Su equipo estáformado por un grupo de vecinos de su edificio: Su amigo Lázaro, quien maneja con pericia un par de cuchillos de pescador; Vladi California (Andros Perugorría), hijo de Lázaro, veloz y hábil con los puños; La China (Jazz Vilá), un travesti armado con una resortera que dispara con la puntería de un francotirador ruso y que además tiene un compinche, El Primo (Eliecer Ramírez), un gigante corpulento que caerá desmayado cada que ve un poco de sangre. A ellos los lidera Juan, quien lucha con un remo y un par de chacos al estilo Bruce Lee.

Su misión es hacerse de dinero y cualquier cosa de la que puedan echar mano para sobrevivir, aunque paulatinamente irán descubriendo que hay cosas más importantes que el dinero, como la amistad y el amor de los padres hacia sus hijos.