Por Ira Franco

Clint Eastwood se acerca peligrosamente a la novena década (cumple 84 este año), pero está muy lejos de ser descartado como uno de los hombres fuertes de Hollywood. Este año estrena su película Jersey Boys, basada en un exitoso musical de Broadway por el que podría volverse a colar en las nominaciones al Oscar del próximo año. Para quien le tenga paciencia a los musicales, ésta es la opción. Un rise and fall hecho a la medida de un hijo pródigo de Nueva Jersey, Frankie Valli (a quienes muchos llamaban “el hombre del falsetto”) y el grupo Four Seasons.

A diferencia de otros biopics que toman sólo un pequeño periodo de la vida del retratado, el de Eastwood se toma su tiempo y tarda muchos años en cocinarse: veremos cada lucha para continuar en el negocio de la música, los desamores y las penas de cada miembro del grupo y cómo se enredan con la fama y la madurez. Un poco a la Scorsese en Casino (1995), el retrato los toma de pretexto para hablar sobre las calles de Nueva Jersey y cómo el juego del espectáculo se mezcla con la mafia.

Eastwood parece saludar a ese Estados Unidos de los 70, cuando las grandes fortunas y el dinero de la cocaína se perdían frente a la ruleta o el blackjack. El nonagenario Eastwood trae algunos ases bajo la manga y el mayor de todos es su actor protagónico, John Lloyd Young, quien en 2006 ganó un premio Tony por su papel de Frankie Valli en Broadway.

Todos los falsettos son originales y jamás extrañamos a Valli. El físico de Lloyd Young es extraño (chaparrito, no muy bien parecido), pero la cámara lo adora. Lo cierto es que este director necesita, urgentemente, reponerse de algunas películas medianas que obtuvieron muy pocos reconocimientos, como fueron J. Edgar (2011) y Hereafter (2010) y regresar a eso memorable que logró con Gran Torino (2008), por ejemplo. Jersey Boys no es esa película, pero lo saca de su zona de confort, que, para este viejo lobo del oeste, ya es bastante.