Por Miguel Rivera

Personalmente el sentido del humor de Adam Sandler me llega. Si yo ya hubiera estado en estas andadas cuando salió Waterboy en 1998, no le hubiera negado sus buenas estrellas e incluso a Spanglish, esa comedia romántica tan utópica como era sincera le hubiera ido bien en mi libro. Pero Jack y Jill parece ser el golpe tras una larga caída de varios años en la que hemos visto al comediante americano. La fórmula de interpretar dos personajes de sexos opuestos la mató hace mucho tiempo Martin Lawrence con Big Momma’s House y la dejo bien muerta.

Aún cuando hemos visto a Sandler en diversos personajes a lo largo de los últimos veinte años, parece ser que siempre es él mismo vestido de forma diferente y esta vez no es la excepción. Así que en lo que resulta es Sandler discutiendo con Sandler con peluca, no más, no menos.

La historia cuenta la llegada de la odiosa Jill, a la casa de su hermano Jack, ambos interpretados por Sandler. Un hogar tranquilo, amoroso y cuasi perfecto se ve irrumpido por un huracán de mal gusto y pocos modales. Y así se va la cinta. Desastre tras desastre, broma mal planeada tras broma mal planeada hasta llegar al final favorito tanto del actor como del director Dennis Dugan (Chuck y Larry, Happy Gilmore): una redención amorosa. La verdad es que Jill no es pesada solo para su hermano, lo es para la audiencia también y que tenga una resolución feliz, personalmente, me molesta.

Dos cosas tratan de salvar la cinta. La primera (y no es por chilango o mexicano para el caso) Eugenio Derbez. Totalmente estereotipado en la visión latina de los norteamericanos pero al fin y al cabo Derbez: exagerado, sentimental, polifacético. La segunda son los cameos de personajes hollywoodenses en el que resalta el de Al Pacino quien, perdidamente enamorado de Jill, deja toda cordura atrás y actúa como lo haría un psicópata milloneta, o como a él le gusta llamarle, un sábado en la noche.

Jack & Jill cae muy lejos del árbol que nos dio manzanas como Click o Bigg Daddy, de hecho se nos entrega otra clase de fruta, algo así como una pera un poco pasada. ¿Se quieren asegurar cinco risas contadas? vayan a verla. ¿Quieren de verdad divertirse con una película de comedia blanca? vayan y renten The Wedding Singer.