Por Josue Corro

Iron Man 2, tiene algo en común con Tony Stark: al igual

que él, tiene dos personalidades, dos formas de ver al mundo y genera dos

sentimientos.

El primero,

y que podemos observar durante… digamos los primeros cuarenta minutos es

fascinante, es un derroche de talento del director Jon Favreu, quien vuelve a

demostrar que es un cineasta que no sólo sabe entretener al público,

sino que sabe cómo dirigir actores; de hecho la interpretación de Robert Downey

Jr, es magistral: su cinismo-encanto guía al film por diversas latitudes. Y

bueno ni hablar de los efectos visuales, sobretodo de una secuencia de acción

soberbia que se realiza en el Gran Premio de Mónaco. Ahí conocemos a uno de los

villanos de la cinta: Ivan Vanko, un Michey

Rourke mezcla de Mara Salvatrucha y rockstar ochentero.

Ah, y

leíste bien, dije UNO de los villanos, porque si de algo peca Iron Man 2 y peca de manera mortal, de esa que hace

llorar al Niño Jesús es de que tiene demasiados personajes, demasiadas tramas,

demasiada parafernarlia. Todo este bombardeo, genera el segundo sentimiento:

repudio.

Trataré de

hacer un resumen de todo lo que pasa en esta cinta. Acá va, y lo advierto, es

tan larga como el nombre del volcán islandés que explotó hace unas semanas. Tony

Stark está muriendo porque el reactor de su pecho lo envenena, esto provoca que

su compañía vaya derchito al diablo, por lo cual le dice a su asistente Pepper

que sea la nueva CEO. Esta decisión implica una mayor rivalidad entre ella, y

la nueva chica del departamento legal: Natasha ( Scarlett Johansson). Y para

hacer las cosas más impertinentes, Tony tiene que lidiar con un Senador que

quiere que entregue la tecnología de Iron Man al gobierno. Ah, pero ahí no

acaba la cosa: Tony tiene que luchar contra un millonario rival, Hammer (Sam

Rockwell) quien quiere el poderío militar de la nación. Ah… y aún hay más: Ivan quiere vengar a su familiar y matar a Tony.

Sí, como lo

leíste…todo esto ocurre en cerca de dos horas. Y créeme dejé afuera otras

partes de la trama y del pésimo, casi nauseabundo guión de Justin Theorux. No

es posible que nadie le haya dicho que su escrito no tenía pies, ni cabeza; no

es posible que nadie le haya dicho que involucrar la vida de más de cinco

personajes en una secuela no sólo es absurdo, sino que puede ser -aunque Iron

Man será un imán de taquilla- el final de una franquicia.

Mal

Theroux, tú eres la enfermedad que envenena a Tony Stark y no el paladio

(cuando veas el largo, entenderás). Es increíble como todos los personajes,

excepto el Hombre de Hierro están de adorno en el film. Scarlett tiene una

participación raquítica, como de de trophy

wife que sólo sirve para adornar la pantalla y provocar reverencias a Onán

por parte del público entre 13 y 45 años. El colmo es que en sus secuencias de

acción, después de dos o tres karatazos, realiza una pose de modelo. Por su

parte, Sam Rockwell interpreta a un villano jugoso, pero cuyo papel en el film

tuvo momentos ridículos. Hammer tenía toda la fuerza potencial para convertirse

personaje enigmático; no sólo era gracioso, y narcisista, sino que en realidad

quiere destruir a Stark y cía, no a base de fuerza física, sino de

inteligencia.

Y no quiero

ni hablar de cómo desaprovechan a Mickey Rourke en esta película. Claro que

tiene una escena inolvidable -la ya mencionada en Mónaco-, pero el resto de su

intervención en la cinta raya en lo ridículo. Es un villano con un leif motif demasiado débil. El cine a

diferencia de otras formas de expresión, no acepta muchas elipsis. Es mejor ver

la acción, a que nos la cuenten. Y eso pasa con Ivan, toda su maldad es una

suposición. Y cuando por fin lo vemos en acción **SPOILER ALERT** su batalla

contra Iron Man y su compinche, dura menos de dos minutos. Tanto para nada.

Aún así, Iron Man 2 cumple con su cometido

veraniego: un despliegue asombroso de efectos especiales, y pequeñas viñetas

-hay un detalle jocosón acerca de Capitán América- para un proyecto más

ambicioso como es The Avengers.

Ojalá Favreu, quien insisto, es un un buen director, entienda los errores que generó y en la tercera cinta, no los vuelva a cometer. Insisto, no es una mala cinta… durante la primera mitad. El resto, es predecible y deja un sabor de boca agridulce. Dominguera a secas.