Por Eric Orlando Jiménez Rosas

Extraviar a un niño, a un hijo, desencadena el mayor de los horrores, y el único alivio, el único real, es recuperarlo lo antes posible. Intriga (Prisoners, 2013), del canadiense Denis Villeneuve, trata acerca de este horror.

En una húmeda y fría localidad, dos hermosas y tiernas niñas, simplemente desaparecen. El horror no tarda en aparecer, e invade, hasta lo más hondo, a las dos familias de las amigas desaparecidas. Lo que sigue es una prolongada muestra del quiebre psíquico y emocional de los padres, principalmente de Keller Dover (Hugh Jackman), quienes observan impotentes como pasan los días sin ninguna pista que los acerque a sus hijas. Dover, cegado por la desesperación, arrastra a sus vecinos (Viola Davis y Terrence Howard), los padres de la amiga de su hija, hacia una investigación personal e improvisada. Estos padres afligidos, van descendiendo poco a poco en su escala moral, cediendo su inocencia, honestidad e integridad, con la esperanza de recuperar a sus hijas.

Sin embargo, la duda los consume, ya que ni siquiera tienen la certeza de que sus inimaginables acciones los acerque a sus hijas. Mientras tanto, el enigmático y poco comunicativo investigador (Jake Gyllenhaal) asignado al caso, ya no sólo debe ocuparse de la búsqueda de las niñas, también debe vigilar el comportamiento sospechoso de los padres. El final, sorpresivo, brinda algunas respuestas, al mismo tiempo que señala el origen de un horror que se extendió e impactó a todos.

La película avanza de forma inconsistente, extendiéndose de manera innecesaria, dejando varias lagunas en el camino. El manejo del suspenso es flojo, parece más como un intento forzado por mantener perpleja a la audiencia. El final adolece de contundencia, es una blando intento por desconcertar que no convence. En lugar de que las cosas caigan finalmente en su lugar, se recurre a explicaciones innecesarias para darle sentido a la historia.

Sin embargo, la película le otorga un espacio importante al drama de un par de familias comunes, hogareñas y de buenos modales. El horror que les cae encima no corresponde con la naturaleza común de esas personas. El drama y la desolación escalan, y la lluvia imparable, y lo aislado del lugar, acentúan la desgracia. La mirada hacia la desesperación humana es, quizá, el valor más importante del film. Una mirada donde la incertidumbre, el silencio y la duda pueden transformar a cualquiera, y en esa transformación cualquier acto es posible.