Por Carlos Arias

Regresa el comediante Kevin James con su personaje de Paul Blart, el guardia de centro comercial con sobrepeso que se enfrenta a criminales en circunstancias delirantes, con chistes físicos, enredos, acción, parodias y situaciones absurdas.

En la primera parte, Héroe de centro comercial (2009), el guardia había enfrentado a una banda de criminales que tomaban un centro comercial con todos sus visitantes adentro. Esta vez el personaje está de vacaciones en Las Vegas con su hija Maya (Raini Rodríguez), donde espera ser orador en una convención de guardias de seguridad. Allí deberá enfrentarse a una banda de criminales que intentan robar el casino del hotel.

Blart vuelve a ponerse en marcha a bordo de un segway, el vehículo de dos ruedas en el que se ha convertido en experto. No faltan persecuciones por los pasillos ni tampoco los múltiples porrazos del gordo torpe pero de buen corazón interpretado por el comediante.

Kevin James saltó a la fama con la serie de televisión The king of Queens, y luego tuvo protagónicos en Hitch (2005); Yo los declaro marido y… Larry (2007), y la primera y segunda parte de Son como niños (2010 y 2013), ambas con Adam Sandler.

En este caso, el comediante se pone en el rol central, aunque claramente le hace falta un “compañero”, un amigo, un rival o un contrapeso femenino. No basta con la presencia de una empleada del hotel, Divina (Daniella Alonso), ni el jefe de seguridad, Eduardo (interpretado por el actor mexicano Eduardo Verástegui). Tampoco es suficiente con la presencia del un villano líder de los ladrones (Neal McDonough), quien pone la historia en plan de parodia de las cintas de robos en grande al estilo Ocean’s Eleven.

En la película anterior tenía un interés sentimental en la bella de ojos grandes Jayma Mays, quien actuaba en el papel de Amy, una chica empleada del centro comercial. Ya se casaron, ahora ella es la esposa de Blart y se queda convenientemente en casa; mala idea, porque no la volvemos a ver y ella hubiese podido ponerle un poco más de pimienta a la nueva aventura en La Vegas.

A pesar de los esfuerzos del protagonista para darle un giro de humanidad, la película es una comedia “slapstick” en torno a lo “gracioso” que puede ser el ver a gente con sobrepeso caer al piso en diferentes situaciones.

Blart como comediante y guionista busca ponerse en la tradición de los cómicos capaces de destruir creativamente los decorados y de sacar partido de situaciones absurdas en plan de rebeldía, aunque no llega tan lejos como sí lo han hecho otros maestros al estilo de su ex camarada Adam Sandler.

La película no genera muchas carcajadas y también está muy consciente de ser un producto “familiar”, por lo que no hay humor escatológico ni se permite ningún tipo de atrevimiento o de originalidad, aunque no se priva de escenas violentas.

Sin embargo resulta también un buen augurio para el actor que ya superó la barrera de los 50 años, porque hace pensar que ya no está en edad para el humor de golpe y porrazo y que es buena idea empezar a pensar en personajes un poco más elaborados.